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“LA NIETA”, de Bernhard Schlink



AÑO: 2021

PÁGINAS: 357

GÉNERO: novela

 

Intimidad familiar y las fisuras de la historia de Alemania se dan la mano en la nueva novela del autor de “EL LECTOR”. Aquí la Alemania dividida por el muro sirve para que su protagonista, desde el presente, indague en el pasado propio para descubrir secretos familiares tapados muchos años y que podrían modificar su presente de manera inevitable y hasta torrencial.

La prosa de Schlink es siempre clásica, precisa, sencilla y de una eficacia encomiable, con personajes tan bien construidos como humanos y creíbles. La trama se desliza ante los ojos del lector descubriendo profundidades familiares que se arraigan en una época concreta y, de paso, el autor nos demuestra, otra vez en su literatura, cómo la historia franquea y se cruza por entre los meandros más esenciales de los seres humanos y los convulsionan y hasta los condicionan para siempre. Como les ocurre a los personajes de “LA NIETA”, que se ven arrastrados por esa división de Alemania en dos mitades tras la Segunda Guerra Mundial y eso también determinará a las generaciones posteriores (la nieta del protagonista), aunque no hayan vivido directamente lo “del muro de la vergüenza”.

Tiene un comienzo y una primera parte admirables esta novela. Kaspar, el protagonista, recibe un mazazo vital en el presente (cuya ambigüedad -¿suicidio o desgracia inevitable?- crea una perturbación narrativa muy estimulante para el lector) y tras ello descubre algo del pasado de su esposa que desconocía. Esta parte está muy bien trazada y construida a base de exquisitas elipsis que resumen perfectamente un tiempo pretérito cimentado en sugerencias, detalles y datos históricos que ensamblan perfectamente con la historia íntima de la familia retratada. El autor, de paso, reflexiona sobre un país que todavía no ha asimilado -ni terminado- el proceso de reunificación.

El problema de esta (siempre) estimulante novela es que después de esa gran primera parte, narrativamente hablando muy madura y vivificante, se dedica a continuar con la trama a base de mecanismos que acaban empantanando el argumento de cierta demagogia o de explicaciones como para adolescentes de la ESO. Nunca deja de funcionar como narración y los personajes principales continúan creciendo maravillosamente, pero la parte histórica queda deslavazada al ser contada como un manual cargado de epítomes (un sumario o síntesis) de la historia verídica y real. No es que moleste esta parte, no. Sin embargo, no percibo profundidad en la descripción de las heridas sociales, sino que lo que se desliza entre las páginas es un vademécum sobre nociones o informaciones fundamentales (que sí, que están muy bien como muestra periodística, pero no como muestra reveladora o sustancial).

No obstante, es una novela notable. La relación que se establece entre el abuelo y la nieta (en la parte final) está narrada con una delicadeza pulida (que me ha recordado, no sé por qué, a aquella sutileza y elegancia que había en la novela “LA SONRISA ETRUSCA”, de José Luis Sampedro). Y con esa relación, la novela de Schlink prosigue su deambular hacia un final delicioso contándonos una historia de amor doble, de resarcimiento y de duelo y de cómo el presente nos reta para construir un mejor futuro a las generaciones que van detrás de las nuestras.

Hay mucha elegancia y sabiduría en esta novela y, sobre todo, hay belleza en la indagación que nos regala sobre la pérdida, sobre la redención o sobre la comprensión.

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