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"LA VERSIÓN DE JUDAS", de Manuel Moyano



“LA VERSIÓN DE JUDAS”, de Manuel Moyano

AÑO: 2024

PÁGINAS: 145

GÉNERO: relatos

 

Cuando entras en un libro de cuentos de Manuel Moyano, sabes que te vas a topar con un mundo variopinto, multiforme, diverso y en el que caben desde los subgéneros narrativos clásicos (siempre amalgamados: leyenda, mito, cuento popular…), hasta la misma vida cotidiana convertida en ficción, pero con un puntito siempre (y en algunos casos, puntazo) de fantasía, quimera y hasta distopía. En cualquiera de esos mundos ficcionales coinciden, sobre todo, dos cosas: una galería inmensa de personajes (en sus cuentos caben todos los seres humanos) y una prosa exquisita que bebe de la tradición, pero que nos llega modernizada a través de un lenguaje pulidísimo y una sintaxis perfectamente hilvanada. De esta manera, te encuentras entre los párrafos desde palabras en desuso o cultismos, hasta oraciones sencillas de construir, aunque complejas en significados subterráneos y recónditos. Debajo de esa prosa hay siempre capas, juegos metaficcionales, referencias equidistantes o fantasía a espuertas como en los cuentos tradicionales. Y alrededor de todo esto, una inspiración de altos vuelos. Sus cuentos me sorprenden siempre por eso: la imaginación se disfraza de realidad y uno tiene la sensación de leer una historia factible, sucedida o que puede ocurrirnos en cualquier momento. La verdad literaria trocada en realidad fantasmagórica.

En este libro, otro más editado con mimo y gusto por la editorial Talentura, aparecen diez historias que, en principio, no tienen nada que ver las unas con las otras. Sin embargo, esa independencia se trastoca en cuanto se perciben ciertos rasgos comunes debajo de las tramas y que son el humor (que se disfraza tantas veces de ironía), la extrañeza, el misticismo, la ternura o la perplejidad. Los narradores de los diez cuentos se topan con una realidad insólita cada vez y que conecta con los mundos borgianos, bíblicos o distópicos. El lector entra en estos mundos de ficción pasmado y agradecido, le asalta la envidia a causa de que no se le ocurran historias así y, finalmente, agradece tener un libro como este entre las manos. En mi caso, confirmo también aquellas mismas sensaciones que tuve hace tantos años cuando leí “El amigo de Kafka”, que fue mi primera aproximación a la literatura de Moyano. Sensaciones que afirman que este escritor es un narrador resplandeciente que en las distancias cortas (el cuento) logra cotas de alta literatura e imperecedera. Hay (de nuevo) magia en “La versión de Judas”, ese encantamiento (o hechizo) que está en la literatura que bucea en la curiosidad de cualquier hecho y que encuentra el chispazo de otredad, de singularidad o de rareza detrás de las verdades aparentes. Porque parece que en sus relatos existe siempre como un más allá, otra verdad posible y esto crea en la conciencia del lector una especie de estado de perentoriedad, una urgencia (al mismo tiempo intelectual y profana) de comprender el mundo y de comprenderse a sí mismo dentro de él. Hasta que se da cuenta de que Moyano es, también, un autor lúdico, que juega constantemente con la palabra, con las ideas, con los contrastes y, cómo no, con nosotros los lectores, que nunca salimos ilesos de ninguno de sus libros.

Y para acabar, algo muy curioso que me ha ocurrido con este libro: siempre que leo libros de relatos, al final me quedo con uno o dos o tres favoritos y siempre hay alguno que no me dice nada o no me gusta. Pues en “La versión de Judas” no me ha pasado. No tengo ningún favorito y ninguno me ha disgustado. Es decir, los diez relatos me parecen altamente disfrutables y no puedo escoger ninguno por encima de los demás. Así que imagínense la calidad de todos ellos. Bravo.

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