(España, 2020)
Almodóvar se pone a jugar con sus propias obsesiones cinematográficas. El texto teatral de Cocteau parece que lo persigue en su carrera. No es la primera vez que lo utiliza o lo homenajea: podemos ver sus huellas en una escena de “LA LEY DEL DESEO”, en el embrión de “LA FLOR DE MI SECRETO” y, desde luego, es el entramado central de su obra maestra “MUJERES AL BORDE DE UN ATAQUE DE NERVIOS”. Ahora lo retoma y lo convierte en una relectura intencionadamente libertaria como adaptación para jugar con su propia manera de entender el cine.
En esta espectacular miniatura, el director manchego decide divertirse más con la imagen que con el texto y logra un trabajo cinematográfico de primer orden, muy en la línea de la magnífica “DOLOR Y GLORIA” y donde alcanza una elegante modernización del texto convirtiéndolo en caricaturesca e inteligente parodia. Almodóvar jamás pierde la agudeza y no abandona la intención del retrato obsesivo de una persona al límite, pero sin dejar de experimentar, que es lo que termina siendo este trabajo: un ensayo cinéfilo que redunda en el efectismo amanerado (y genial) de su propio cine.
Acompañándolo en este juego están dos artistas portentosos: el siempre mágico Alberto Iglesias, que nos regala de nuevo una banda sonora poderosísima; y la magnética y exquisita extraterrestre Tilda Swinton: qué actriz, qué mujer, qué portento y qué manera de enamorar a la cámara y de apropiarse de los personajes que interpreta cada vez que hace un trabajo. Aquí se dedica a regalarnos una magnética exhibición de su talento múltiple.
En definitiva: todo lo que le obsesiona a Almodóvar comprimido en una píldora de 30 deliciosos minutos que deja a este espectador que soy con un perturbador delirium tremens. Yo quiero más dosis de esta píldora.