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"LAS HERMANAS JACOBS", de Benjamin Black


AÑO: 2023

PÁGINAS: 329

GÉNERO: novela

 

Estamos ante la novena entrega de la saga del patólogo Quirke. Esta vez, el caso lo resolverá por vez primera junto al inspector Strafford. De esta manera, se juntan dos grandes personajes con los que Benjamin Black juega de manera virtuosa a redimensionar la novela negra como género.

Con esta nueva entrega, nada nuevo bajo el sol y esto podría echar para atrás a ciertos lectores que huyen de lo ya conocido o repetitivo. No es mi caso: con la saga de Quirke me lo paso bomba siempre (excepto con la entrega anterior –“QUIRKE EN SAN SEBASTIÁN”- que es, sin duda alguna, la más floja de toda la serie). De nuevo, Black remonta el vuelo y nos regala una historia negra donde lo que menos importa es resolver el crimen (aunque lo resuelve, por supuesto): ya sabemos que al autor irlandés John Banville (que usa seudónimo cuando escribe novela negra) lo que realmente le importa es anatomizar y explorar (para reconocer ante el lector) la sociedad dublinesa allá por los años cincuenta. Y cómo lo hace a base de jugar con los personajes planos y tipificados, al mismo tiempo que los entremezcla con grandes personajes redondos cuya psicología nos es mostrada a través de los hechos y de los estupendos y estudiados diálogos que parecen no contar nada cuando detrás de ellos hay una lupa que los desnuda de una manera impresionante. A la cabeza de todos ellos, el siempre atractivísimo patólogo: un ente de ficción que cobra vida entre las páginas de una manera gigantesca hasta convertirlo en un personaje literario antológico y que está haciendo historia.

Ahora a Black le interesa retratar a esa colectividad de posguerra fraccionada entre católicos y protestantes y que se ensancha en esta novela gracias, también, a los dos personajes protagonistas que funcionan como dos entes antagónicos y que aportan una visión amplificada sobre la realidad que investigan en una trama que nos lleva desde la huida de un alemán al final de la Segunda Guerra Mundial, hasta Israel y la fabricación de la bomba atómica.

Como siempre, la prosa distinguida de Benjamin Black procura una lectura placentera y muy fluida y, aunque de tono policiaco, la trama, en esencia lo es, pero lo que la envuelve no lo parece y se demora (en el buen sentido) hacia subtramas sociales y políticas que dejan un poso de regusto en el lector entregado que yo suelo ser con la saga de Quirke. Es la atmósfera que logra recrear lo que mejor se saborea en estas novelas, además de cómo alcanza a describir los antojos, voluntades y pretensiones de unos personajes tan gratos y ambiguos, como humanos individualizados en sus psicologías bien descritas y tan realistas.

Estas novelas negras de Benjamin Black me (y se) absorben.

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