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salva-robles

"LAST CHILD", de Shin Dong-Seok


(Corea del Sur, 2017), de Shin Dong-Seok


Otra obra magnífica proveniente de la cinematografía coreana, que lleva 20 años regalándonos títulos tras títulos de bellezas fílmicas incuestionables.

Melodrama familiar es el género de esta que hoy comento. Primer trabajo (opera prima) de su director. Los temas: la culpa y el luto. Tono: mezcla de introspección psicológica y thriller, puesto que hay datos que no se van a conocer hasta el final y toda la película fluye entre los quizá o los nosé. Todo se cuenta con un realismo que limita en lo documental para acercar al espectador un retrato conmovedor de cómo reprimimos algunos seres humanos nuestros duelos. Que sea conmovedora no significa que la película juegue con la lágrima facilona, para nada. Al contrario: es su contención lo que más agobia, pues desearíamos que el desconsuelo (comprensible) aflorase para que los personajes pudieran reaccionar. Pero la película opta por hacer una especie de tratado (escrupuloso, nimio y muy detallista) de las etapas diferentes que tiene el dolor. Los personajes deambulan consternados, sabiendo que hay que aceptar lo inaceptable, pero removidos internamente por una congoja que no es más que incomprensión ante la injusticia de perder a un hijo demasiado pronto y en orden inverso a lo naturalmente establecido. Y en un tercer vértice: la culpa de un adolescente, que no sabe qué hacer con lo que sabe y oculta y que añade a la historia (magnífico guion lleno de capas) temas como la misericordia, la envidia, el amor, la necesidad o la envidia.

Aunque el desenlace se intuye (los motivos, no las acciones), esto no resta potencia a esa catarsis final sobrecogedora en la que la cámara, hasta entonces calmosa y detallista, se convierte en torrente de situaciones donde las emociones y los hechos estallan por fin. En mitad de todo, la película no se olvida nunca de hacer crítica social cuando muestra cómo las instituciones pertinentes burocratizan un hecho terrible en lugar de ayudar en el duelo.

Y para rematar, la película atesora dentro tres interpretaciones sutiles, delicadas, repletas de pequeños gestos y miradas.

Lo dicho: otra muestra meritoria y gigante de una de las cinematografías más pujantes y poderosas en la actualidad.

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