LEYENDO TEATRO
“LA VISITA DE LA VIEJA DAMA” (1955), de Friedrich Dürrenmatt
AÑO: 1955
PÁGINAS: 152
GÉNERO: teatro
Feroz obra teatral, convertida en un clásico del siglo XX y a la que yo le tenía ya muchas ganas. Temáticamente, es un puñetazo (de los que remueven y conmueven y, por supuesto, no dejan indiferente) al ser humano y a cómo este se doblega ante el poder del dinero.
Dividida a la manera tradicional en 3 actos, cada parte está cargada de equívocos, de insolencia y de un humor tan cruel y violento como desternillante en varios (muchos) momentos. Todo se basa en el símbolo y/o la alegoría: el pueblo (Güllen), los personajes (el alcalde, el pastor, el maestro, el médico, el policía…), los decorados y el vestuario (que se modifican a través de las falsas ensoñaciones de prosperidad –tan equivocadas como absurdas– de los habitantes de Güllen), el periodismo amarillo…
El personaje de la vieja dama (la multimillonaria Claire Zachanassian) podría parecer pintado con el pincel de la misoginia, pero Dürrenmatt le da a todo tal vuelta de tuerca que hasta se podría leer a este personaje como la viva reencarnación del feminismo puesto en boga a principios del siglo XX. Pero con varios “peros” a esto que comento: porque hasta el “supuesto” feminismo de este personaje está criticado, vilipendiado y descalificado pues sus acciones no justifican sus ansias de justicia y venganza. Porque todo en esta obra teatral es perverso, siniestro y con connotaciones retorcidas en su manera de retratar al ser humano, captado en toda su aciaga esencia.
Los recursos escénicos y los diálogos (con ese humor que ya he mencionado) me han recordado que esta obra podría pertenecer al teatro del absurdo: las repeticiones, ciertos espacios oníricos y, sobre todo, ese componente existencial en el que el hombre está siendo cuestionado, son características de un modo de escribir teatro que a mí siempre me ha fascinado. Hay en esta espléndida (y muy lúcida) obra de Dürrenmatt mucho de las obras de ensueño de Strindberg, algo de Kafka, mucho del surrealismo y, cómo no, del creador del “teatro de la crueldad” Antonin Artaud. De verdad, me ha deslumbrado su lectura (una tarde repleta de silencio y de música clásica de Haydn de fondo en la que leer ha sido todo un placer).
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"DESEO BAJO LOS OLMOS", de Eugene O'Neill
AÑO: 1924
PÁGINAS: 228
GÉNERO: teatro
Leo mi segundo Eugene O'Neill (Premio Nobel en 1936), y flipo. Qué moderno y qué manera de continuar el teatro del todavía más moderno Strindberg. Tragedia clásica en el siglo XX. Personajes en lucha constante contra sus desventuras, que se sienten inferiores (y aquí entran los preceptos freudianos) y que son incapaces de desviarse de sus destinos inevitables, aunque los intuyan.
Amor, traición, odio, codicia, seres heridos (y, por tanto, muy peligrosos en sus mezquindades), le permiten a O'Neill dibujar un mundo sombrío, patético, de espectáculo trágico que hay que aceptar para sobrevivir (parece decirnos el dramaturgo).
La pasión lo desborda todo. Los personajes están trazados con una fuerza descomunal (se adelanta y servirá de inspiración, y ahora me doy cuenta por haberlo leído después, a Tennessee Williams o Arthur Miller, que le deben todo a O'Neill).
Me avasalla la honestidad de este escritor: escribe con emoción profunda y le da a la tragedia un nuevo giro. Y se nota que ama a sus personajes: pese a la idea de fatalidad que los rodea, O'Neill los comprende porque entiende que todo está predeterminado y, aún así, sus criaturas se beben la vida, la viven a través de las emociones y los deseos y luchan incansablemente por ellos. No hay buenos ni malos, cada uno es como es y no se puede evitar.
Y luego está su tono poético. Los diálogos destilan poesía, lirismo trágico. Hay cierto misticismo en lo que se narra y en cómo se nos cuenta. Y el autor lo hace sin proponer soluciones. Esa poesía la vemos en los impulsos de sus personajes que superan a sus razonamientos: los sentidos por encima de lo intelectual.
Una obra teatral que es una gozada absoluta.
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