AÑO: 2021
PÁGINAS: 320
GÉNERO: novela
Hay en esta novela algo que la hace hermosa y es su delicadeza en contar una historia arraigada en la cotidianidad de los hechos y en el dilema ético que plantea desde el comienzo. Tiene dentro un personaje central (el hijo que vuelve a casa) que acaba calando en el lector (que no podrá nunca dejar de interpelarse) por el periplo de aceptación de unos hechos que nos van a suceder a todos antes o después. Ese Juan protagonista somos todos y la novela disecciona la transformación de una quiebra que tiene mucho de purga, pero también de sometimiento y obediencia. Y hay otro personaje (el de la hermana), tan lúcido narrativamente hablando como el anterior, que sirve como contrapeso para la tesis que se plantea en la novela: como hijos, ¿cuál es nuestro papel en el cuidado de nuestros progenitores cuando estos ya no pueden valerse por sí mismos?
La novela nos regala una radiografía social con la credibilidad de lo que es identificable y durante todo su recorrido narrativo nos muestra un encomiable retrato del día a día con sus pequeñas cosas que suman y que construyen la más vulgar y corriente de las existencias de todos nosotros. Es en ese periplo cotidiano donde Jesús Carrasco logra profundidad de miras y literatura gigante y un retrato generacional sobre el que parece que quiere remachar cuáles son sus responsabilidades.
La novela huye con maestría y en todo momento de lo sensiblero (se podría haber caído fácilmente en la falsedad de la compasión y lo sentimental) y bucea todo el rato en la contención, que también retrata un modo de vida y a unos personajes cuya psicología nos es mostrada con una sutileza encomiable y muy significativa. El contraste entre padres e hijos, pero también el contraste entre los dos hermanos, ofrecen veracidad a una novela repleta de emociones y afectos contenidos. Es imposible no comprender a todos los personajes y el lector lo hace sin juicios gracias a la descripción de un escritor sublime en mostrar delicadeza sin exageraciones, sin mentiras narrativas.
Jesús Carrasco vuelve, tras el resbalón de su segunda novela, a regalarnos una obra compleja en su sencillez expositiva y se aleja, con intenciones claras, de aquella cúspide que fue “INTEMPERIE”. Aquí no hay un proceso lingüístico de inmersión, sino un fluido narrar sin adornos y que explora otros estilos. “LLÉVAME A CASA” es una novela en la que parece que no pasa nada y, en realidad, lo que ocurre en ella es que la vida lo empapa todo.
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