AÑO: 1977 (publicado en España en mayo de 2024)
PÁGINAS: 163
GÉNERO: novela
“Toda esa gente en el supermercado, en sus coches,
que no sabía que estaba desperdiciando su vida”
Leer a Annie Ernaux (premio Nobel 2022) es adentrarse en la literatura de la evocación o reminiscencia. Consigue en cada libro no sólo inmiscuirse en lo personal y autobiográfico, sino que también nos regala, al mismo tiempo, una radiografía colectiva y universal. Hay en sus libros una honestidad que a muchos les molesta al parecer y la tachan de no hacer literatura, sino de escribir un prolijo (y curioso) diario personal y de usar su vida sin pudor alguno como herramienta narrativa. ¿Es menos literatura o literatura menor o seudo literatura esto? No si detrás se percibe una ambición (en el sentido de bucear en el interés artístico), un uso gigantesco de la sociología, un estilo que es puro oficio y un colocar voz al silencio injusto de las muchas cosas que nos callamos, sobre todo si eres mujer en un mundo arruinado por el patriarcado.
En esta novela vuelve a su adolescencia, a aquella chiquilla que se convierte en adulta (le viene la regla, situación que toma bastante relevancia a lo largo de las páginas) y que está a punto de entrar en los estudios superiores. Nos sitúa la escritora en el verano justo después de aprobar (lo que aquí llamaríamos) la selectividad. Se describen los días de tedio continuo, salvados gracias a las lecturas que la chica hace (con "EL EXTRANJERO", de Camus, a la cabeza), la relación fría y distante -como la de todo adolescente- con sus padres y la de los primeros escarceos amorosos que conllevan la pérdida de la virginidad. Todo lo anterior le sirve a Ernaux para hablar, con ese minucioso distanciamiento tan característico en la autora -como que parece que no profundiza, pero sí- de una época, de una sociedad concreta (la de sus padres: dos obreros ahogados en una alienación castrante) y la de una etapa que es una primorosa educación sentimental, porque, y principalmente, la obra es una novela de formación (“bildungsroman”, en su denominación original alemana) porque coloca el foco en esa transición mutante de la adolescencia a la edad adulta, etapa siempre quebradiza y no menos lacerante.
Pero esto lo escribe Ernaux. Y ella logra, con prosa exquisitamente plana -en el mejor de los sentidos-, una sobriedad narrativa que huele a calado trascendental y en la que la fragilidad del ser humano (esa chica que está saliendo del capullo para convertirse en mariposa) queda retratada con una beldad literaria eminente. No, no exagero: yo me he emocionado leyendo este libro. Mucho. Y si fuera mujer, creo que aún me habría emocionado más, por lo que hay de retrato generacional en esa estampa directa y sin contemplaciones de todo eso que nos ocurre cuando nos sentimos tan perdidos en la puñetera, y al mismo tiempo, hermosa adolescencia. Sumémosle la losa que supone soportar al hombre manipulador que se aprovecha de tu candidez e inexperiencia.
Una vez más, sigo encontrando en esta escritora una literatura de calidad. Me sigue sorprendiendo su precisión como de médico manejando livianamente un bisturí que no sólo narra (una trama concreta), sino que nos regala un tratamiento de los significados que tienen los hechos recogidos. Hay siempre en su literatura como una exploración en los que contexto y condición social se dan la mano para trazar un estado de las cosas. Es la experiencia personal convertida en visibilidad y sensibilidad literarias. La de las mujeres, más en concreto y directamente. Bravo y bravo y bravo. Quiero más. Este libro se acaba de publicar en España, pero Annie Ernaux lo escribió en 1977. Si hay más libros suyos, por favor que no tarden en traducirlos porque yo siempre me quedo con más ganas de ella.
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