AÑO: 1983
Páginas: 106
Género: teatro
Cuando leo, me gusta que me sacudan con inteligencia. Cuando leo a Sam Shepard, busco, además, que me cuente lo que otros me han contado pero de una manera que no es la de siempre.
Con este escritor me pasa como con García Lorca (aunque ambos sean autores diferentes o quizá no tanto): saca poesía de lo más sucio, no hay héroes sino individuos de carne y hueso en sus personajes (hombres y mujeres vapuleados por una realidad que vence continuamente a los sueños) y retrata la vida transfigurada en símbolos universales.
En “LOCOS DE AMOR”, el hotel donde transcurren los hechos tiene la misma carga simbólica que la “casa” de Bernarda Alba. Aquí, con el componente añadido de estar ubicado cerca del desierto, es decir, en mitad de la nada. El “oeste” americano, el polvo, el sol abrasador, el lugar de la “leyenda”.
Los dos amantes (May y Eddie) de “LOCOS DE AMOR” representan la lucha por el poder sobre el otro (quizá la mayor equivocación que cometemos cuando nos enamoramos). El autor americano los presenta en esa etapa final del amor (que en algunas parejas dura toda la vida) cuando este sólo es destructivo: hay necesidad y rechazo (del otro) al mismo tiempo. Y ambas cosas suman un diagnóstico irreversible: la neurosis por culpa de la dependencia.
Y aquí es donde Shepard ha tomado lo mejor del teatro de Tennessee Williams y de la narrativa de Faulkner: hacer un retrato del ser humano que vive siempre entre fronteras (físicas y psicológicas), es decir, pintar con palabras la desolación de los marginados (sociales o ahogados en su propia soledad, de la que, además, intentan alejarse en vano).
La historia que Shepard hace vivir a sus personajes es tremenda. Tan dura que duele. Esos “locos” de amor viven en una locura real, no sólo sentimental. No son héroes, son seres turbios y confusos. Y los detestas y te compadeces de ellos a la misma vez.
Hacía tiempo que yo no disfrutaba tanto la lectura de una obra teatral. ¿Cómo sería verla encima de un escenario con dos actores, por ejemplo, como Adolfo Marsillach y Núria Espert hace unos 25 años? He pensado en ellos todo el rato, mientras leía. Pero creo que nunca la llevaron a escena.
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