AÑO: 2023
PÁGINAS: 88
GÉNERO: novela gráfica
Este es un libro atrevido. Un libro que habla de trastornos, ansiedades, depresiones o síndromes por fuerza tiene que ser temerario y mostrar arrojo. Un libro que osa hablar de todo eso mezclando, además, varios géneros dentro de uno en concreto: la novela gráfica. Abres el libro y te encuentras íntimamente engarzados un ensayo, una historia que se ramifica en varias al mismo tiempo, diálogos, investigación, crítica, autobiografía, documentación y análisis exhaustivo que logran un magnético retrato preciso y muy completo de cómo se vive la salud mental en nuestro país. Ese retrato, que parece una radiografía por lo que tiene de exploración y sondeo profundos, sabe escarbar utilizando lo que para mí es su rasgo más sobresaliente: nos habla de tú a tú con una (agraciada) sencillez expositiva y esto es mérito de ambos artistas aquí implicados: el guionista y el dibujante. Ser sencillos es lo más difícil en el arte de contar algo. Y esa sencillez aquí es un tsunami de naturalidad, franqueza y humildad a borbotones.
La sociedad (en la que me incluyo, obviamente) tiene muchos prejuicios sobre estas enfermedades y aún más monomanías con los pacientes que las sufren. Así que un libro como este es una bofetada cariñosa a todos nuestros recelos, suspicacias y aprensiones. Y nos pone de frente una realidad que debemos asumir y aceptar porque es desde ahí desde donde se puede ayudar para reconocerla: estas enfermedades son parte de nosotros, nadie está a salvo de ellas y nadie (por supuesto) debería ser juzgado por padecer cualquiera con la que le haya tocado convivir. La novela gráfica que se han inventado Valenzuela y Borés se convierte en un documento magnífico, en una tribuna desde la que se nos lanza un entendimiento sobre nuestras creencias negativas y tan cargadas de discriminación y rechazo. ¿Quién puede negar que los enfermos no sufren los efectos del estigma social que generan sus padecimientos mentales? Pues esta novela gráfica se dedica a desnudar una verdad y unas situaciones y nos relata (con asombrosa naturalidad) que sufrimos una existencia actualmente en la que es imposible no “perder el norte” de vez en cuando o durante mucho tiempo. Y le pone nombres a todos nuestros padecimientos y bucea en ellos para que comprendamos los lectores que existen personas que las sobrellevan como pueden y que hay profesionales e instituciones que se preocupan e investigan a fondo para ayudarlas.
A mí este libro me ha tranquilizado. Me ha removido los prejuicios imbéciles que apartaba de mis pensamientos para no tener mala conciencia. Me ha servido para comprender un poquito (mucho) mejor a los que padecen estas enfermedades y a los familiares que también sufren (y resisten) por culpa de ellas. Y me han dado muchas ganas de hablar de estos temas, de bucear e investigar para encontrar textos y películas que me gustaría utilizar en mi trabajo para remover también las conciencias de esos adolescentes que tengo dentro de las aulas.
POSDATA: Atentos a la ternura, también, de este libro. A esas cartas a Llucia de su papá. A esa parte final en la que Valenzuela destripa el proceso de creación de este libro desde el chispazo de la idea loca a la resolución final, pasando por los estados intermedios cargados de zozobra, miedos y desesperanzas. Que el libro esté publicado es UN TRIUNFO. Y leerlo es entrar en un estado mental de goce estético y temático. Si uno aprende cada vez que lee, con esta “LOCURA”, hemos avanzado y superado -de un plumazo- por lo menos tres cursos de escolarización vital.
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