AÑO: 2021
PÁGINAS: 256
GÉNERO: híbrido
Leer a Álex Chico es bucear entre lo sugerente y lo tentador y ya van tres veces con él sintiendo que soy un privilegiado por poder acercarme a este tipo de autor que explora la mixtura de los géneros para edificar (lo creo sinceramente) uno propio y al que habrá que ponerle (pronto) nombre y no es porque me guste etiquetar la literatura, sino porque lo diferente se merece habitación oportuna y particular, que abarque todos los ángulos y perspectivas que este escritor configura con cada nuevo libro suyo.
En “LOS NOMBRES IMPARES” se habla de historia de la literatura, pero de la literatura que no cabe en los cánones establecidos; se habla de atmósferas cinematográficas, documentales o no, pero cine; se habla de manipulación de datos (algo tan actual y con nombre inglés propio), de cómo se gestionan las verdades o las mentiras en la actualidad. Y se habla, finalmente, como una piel que recubre todo lo anterior, de la sociedad contemporánea, la que sobrevive indefinida mientras busca referentes a los que agarrarse para que el hundimiento no llegue o nos alcance cuanto más tarde mejor.
Álex Chico escoge una figura literaria que representa aquellos nombres (los “impares” del título) que no cuajaron en las listas de ventas ni en los premios manipulados o en las bibliotecas nacionales, pero que sí contribuyeron a la prolongación de la literatura con sus obras (semi)desconocidas. Y mientras escarba, remueve u olfatea los rastros de esta figura, el autor moldea una narración donde lo biográfico y la ficción (detectivesca, aunque sin atornillarse a pautas o reglas fijas) acaban dándose un abrazo genuino, entrañable, emotivo y gozoso desde el punto de vista retórico, intelectual (sin caer en la pedantería jamás) y artístico. Literatura en estado puro.
La voz narrativa de Álex Chico se ensancha libro a libro con una madurez cada vez más placentera para el lector que busca en sus lecturas algo que lo conmueva y lo sacuda sin que para ello lo engañen con estructuras uniformes y repetitivas o con argumentos manoseados, redundantes o calcados hasta la extenuación. Una voz que no escatima tampoco el humor a través de una ironía paciente, como que acepta y al mismo tiempo critica un estado de las cosas inevitable y no por ello haya que resignarse sin patalear.
Con este autor uno tiene siempre la sensación de que el talento y la conciencia tienen un corazón que palpita y las criaturas que “inventa” son seres humanos que han vivido quizá vidas equivocadas y, sin embargo, han merecido la pena ser vividas y por eso su literatura las recoge e inmortaliza. Para que quede constancia de que el lenguaje puede ennoblecer y que la escritura también es una rutina o una práctica emocional que nos educa de manera personal a cada uno de nosotros, tanto al que escribe como al que lee.
Commentaires