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"MANDÍBULA", de Mónica Ojeda



AÑO: 2018

PÁGINAS: 285

GÉNERO: novela

 

Lo primero a resaltar: aquí hay una voz narrativa DIFERENTE. Lees la novela y sabes, desde el primer capítulo, que la autora posee unas habilidades narrativas y un manejo del lenguaje inhabitual (en el mejor de los sentidos, por supuesto). He quedado prendado, atado y secuestrado (tal y como uno de los personajes principales) en esta prosa a la que le agradezco que me cuente un thriller de otra manera, una prosa que me obliga como lector a hacer unos esfuerzos mentales tan enriquecedores como sabrosos. Una prosa, en definitiva, juguetona, subterránea, metafísica y ultra poética en la que he quedado absolutamente atrapado. Es de esos libros que te dan mucha rabia que se terminen.

Antes he mencionado la palabra “thriller”. ¿Es “MANDÍBULA” realmente eso? Sí y no. Es eso y mucho más. Si la metemos dentro de este género, hay que afirmar también que dicho género queda ampliado, dinamitado y, con firmeza, enriquecido, porque habría que sumarle el terror (también es una novela de terror y sobre el terror, quizás esto último mucho más trascendental aquí dentro) y la novela psicológica (en su vertiente más descarnada). Pero “MANDÍBULA” es todavía más que todo lo anterior. Es, también, uno de los retratos más fascinantes que yo he leído sobre la adolescencia (centrada en esa parte oscura, irrespirable y violenta que es casi siempre esta etapa de la vida). Asimismo, es un portentoso análisis de las relaciones femeninas (madre-hija, alumna-profesora, amigas): relaciones que terminan siendo, y queda bien claro, una orografía psicológica sobre la familia. De "esas" familias tan contemporáneas. Y, por tanto, el mundo de hoy queda afinadamente fotografiado, además. Un mundo amoral, sin identidad, traumatizado y sin lenguaje para expresar toda esa alienación que nos protagoniza. Y que la prosa de Mónica Ojeda recoge, manifiesta y explica con maestría.

Y más. Aún hay más. Tres historias que son una. Novela puzle en la que se van engarzando las piezas. Un colegio del Opus, un edificio abandonado que parece extraído de un videojuego, una cabaña perdida en la inmensidad. Y un armazón metafictivo por el que parece que pululan Poe, Lovecraft, Shelley y hasta Melville. Pasando, entre medias, por los referentes contemporáneos, tales como la mitología creepypasta o las redes sociales, con Instagram a la cabeza. Y sólo pongo algunos ejemplos.

Esto es LITERATURA. Y los lectores auténticos y de verdad, los que buscamos que nos ametrallen sin compasión, estamos de enhorabuena. Leer a Mónica Ojeda es ponerse contra el paredón absolutamente dispuesto a que te disparen y te liquiden. Es una autora modernísima, cuya voz narrativa es de una valentía tremenda y muy generosa en resultados. De esos autores poderosos ante los que no queda otra que rendirse y dejarse avasallar.  

Posdata: el humor (negro, tenebroso y muy hijoputa) también pulula por las páginas. ¿Alguien ofrece o me da más?

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