Páginas: 107
Publicación: 2017
Género: novela corta
He leído por ahí que es una novela para el público juvenil y, de entrada, a mí, que no me gustan los encasillamientos, me descoloca. Pero la leo porque es Millás y Millás es uno de mis escritores favoritos. Y la devoro. Sus 107 páginas la convierten en una narración breve, una nouvelle, que se lee en un suspiro porque engancha, se lee fácil y uno no puede abandonar sus páginas porque dentro hay muy buena literatura.
Los últimos Millás no me convencieron del todo: tenían buenas ideas iniciales, algunas de esas ideas ya estaban explotadas anteriormente en su producción novelística y sonaba todo a repetitivo. Luego esas ideas iniciales se perdían en sus desarrollos y Millás las extendía innecesariamente y las narraciones sufrían un tortuoso camino hacia ninguna parte.
Las 107 páginas de “MI VERDADERA HISTORIA” se agradecen porque es la extensión que necesitaba este relato y Millás no ha cometido el error que cometió con sus novelas predecesoras. La empieza y la cierra con genialidad. En ella hay un personaje-narrador protagonista adolescente que cuenta en primera persona las cosas que ha callado hasta entonces. Está su estilo inconfundible: esa manera tan suya de circunvalar siempre entre la realidad palpable y la otra realidad que se nos escapa casi siempre. Está su humor tan particular y tan absurdo. Y están esas capas tan significativas que ahondan en las aparentes superficialidades de sus argumentos. Y le sale una novela que habla de la adolescencia, pero también de la familia, de la paternidad, de las pérdidas y de la culpa. De la vida, en definitiva. Del aprendizaje continuo que supone sobrevivir.
Dicho todo lo anterior, podría parecer que estamos ante “otra novela” sobre la adolescencia. Pero es Millás quien narra. Y Millás es un escritor siempre alejado de los estereotipos. Y en una época donde la globalización ha conseguido sistematizarlo todo, incluidos nuestros gustos, siempre se agradece que un escritor se salte el sistema y nos cuente lo de siempre de otra manera. Y en Millás siempre hay riesgos, rarezas y originalidad. Y, esta vez, sí, ha logrado parir una estupenda pequeña gran historia sin dejar de ser él, pero también sin ahogarse en su propia idiosincrasia literaria. Y, de paso, nos regala un personaje antológico y memorable. Qué bien que haya vuelto el mejor Millás.
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