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MIS 20 LECTURAS MÁS GRATIFICANTES DE 2021


En orden alfabético:


1. “AGUA SALADA” (1998), de Charles Simmons. Editorial: Errata Naturae, 168 páginas.

Porque me recordó su personaje central al protagonista de “El guardián entre el centeno”. Una novela que adopta la estructura temática de una educación sentimental con personajes logradísimos con una prosa cristalina y muy cinematográfica.

2. “CUADERNOS PERDIDOS DE JAPÓN” (2021), de Patricia Almarcegui. Candaya, 128 páginas.

Porque es un libro de viajes que atrapa (como pocos lo hacen) las particularidades de la cotidianidad y que nos regala una prosa repleta de integridad que profundiza en las coordenadas de tiempo y espacio con una sensibilidad exquisita.


3. “EL MALOGRADO” (1983), de Thomas Bernhard. Alfaguara, 152 páginas.

Porque es literatura de la que uno queda exhausto, literalmente hecho papilla cuando acaba la lectura sintiendo que esto SÍ es literatura en estado puro. No, no es para todo lector. Pero...¡qué diantres!, a mí cuando me destripan las complejidades de la psicología humana ya me tienen ganado.

4. “FÁRMACO” (2021), de Almudena Sánchez. Random House, 183 páginas.

Porque es un libro que demuestra que la tristeza tiene belleza, porque es un libro valiente y profundamente honesto. Porque dentro de él hay literatura abracadabrante cuyo eco retumba y perdura en la memoria del lector sensible.

5. “FEDERICO” (2021), de Ilu Ros. Lumen, 351 páginas.

Porque hay un trabajazo gigantesco detrás de este volumen. Porque se nota el amor hacia el personaje que retrata y porque lo retrata con esa verdad que agiganta la figura de un ya de por sí gigante ser humano.

6. “HUMO” (2021), de José Ovejero. Galaxia Gutenberg, 144 páginas.”

Porque tiene una fuerza desgarradora al describir una distopía que retrata al ser humano en la más difícil de las supervivencias. Porque sus personajes tienen una fuerza descomunal y porque la historia que hay dentro de esta novela nos obliga a reflexionar sobre cuál es el sentido de todo lo que hacemos para seguir respirando un minuto más.

7. “LA EDUCACIÓN DE HOPEY GLASS” (2008), de Jaime Hernández. La Cúpula, 130 páginas.

Podría haber elegido también las otras dos novelas gráficas de este mismo autor que me he leído durante 2021. Cualquiera me parece igual de excelente a la hora de retratar la humanidad de unos personajes en constante afrenta consigo mismos y con el paso del tiempo. Madurar nunca fue fácil ni placentero y estas novelas gráficas lo demuestran en los destalles de cada viñeta.

8. “LA HERENCIA” (2018), de Mattew Lopez. Dos Bigotes, 314 páginas.

Porque es una obra teatral que abre caminos nuevos en este género literario. Porque cuenta una historia que acaba empapándome de emociones gigantescas. Porque hablan en ella personajes creíbles, cercanos, auténticos. Porque retrata con maestría los estragos sufridos por los homosexuales a raíz de todo lo que vino con el SIDA y las repercusiones que esto trajo en las generaciones posteriores.

9. “LA MEJOR VOLUNTAD” (1989), de Jane Smiley. Sextopiso, 131 páginas.

Porque la prosa exquisita y contundente de Smiley dota a toda la narración de una potencia y profundidad alucinantes a la hora de retratar al hombre americano contemporáneo. Porque concede una lúcida psicología descomunal a cualquier gesto o palabra de sus personajes.

10. “LA PIEDRA DE TOQUE” (1900), de Edith Wharton. Contraseña, 152 páginas.

Porque cada vez que leo a Edith Wharton quedo más enamorado de su literatura, que es prosa depurada y elegante y en la que el ser humano queda radiografiado hasta extremos y detalles delicadísimos y verdaderos y la sociedad que lo rodea aparece espléndidamente retratada.


11. “LAMENTO LO OCURRIDO” (2019), de Richard Ford. Anagrama, 270 páginas.

Porque Ford es de esos escritores que están a la altura de la gran narrativa americana de siempre. Porque su capacidad de observación es tan puntillosa como templada y profunda. Porque usa la sutileza en todo lo que cuenta y hasta en cómo lo cuenta.

12. “LOS NOMBRES IMPARES” (2021), de Álex Chico. Candaya, 253 páginas.

Porque Álex Chico me parece una voz narrativa insólita, un género literario en sí mismo. Porque cada libro suyo que leo me regala un ejercicio alucinante e híbrido de varias cosas. Porque me demuestra que los géneros no tienen fronteras.

13. “PÁJAROS EN UN CIELO DE ESTAÑO” (2020), de Antonio Tocornal. Versátil, 269 páginas.

Porque Tocornal es un narrador descomunal, por eso mismo simple y llanamente. Y porque todo lo que toca lo convierte en magia, en juego, en divertimento, en lenguaje elaborado y penetrante, y donde la inteligencia narrativa siempre está al servicio de una gran historia (en este caso, muchas historias, pues esta novela es una narración caleidoscópica y de personaje colectivo muy al estilo del mejor García Márquez).

14. “PATRIMONIO (UNA HISTORIA VERDADERA)” (1991), de Philip Roth. DeBolsillo, 239 páginas.

Porque cierras el libro tras acabarlo y al final lo que queda es la descripción de una conquista: el de la memoria que queda reflejada como homenaje a un progenitor. Y, en este sentido, la novela se eleva como representación de una asimilación que indigesta, pero al mismo tiempo reconforta. Qué libro más hermoso, qué escritor más imponente.

15. “TEORÍA GENERAL DEL OLVIDO” (2012), de José Eduardo Agualusa. Edhasa, 185 páginas.

Porque con este escritor he descubierto a un gran autor cuya imaginación me desborda y me deja perplejo.

16. “TODO LO QUE CRECE” (2021), de Clara Obligado. Páginas de Espuma, 109 páginas.

Porque hay dentro de estas páginas algo así que no sé nombrar (porque pocas veces he visto cuando leo), pero que se parece como a lo que debe ser la serenidad, en este caso, firmeza y placidez o sosiego narrativos, además de otra cosa que se llama lirismo, una expresión profunda llena de inspiración y de muchas emociones, las que narra y las que provoca en quien lee.

17. “TOMÁS NEVINSON” (2021), de Javier Marías. Alfaguara, 680 páginas.

Porque adoro a este escritor y porque por ello mismo para mí es un placer adentrarme en cualquiera de las historias que inventa. En este caso, quizá sea de entre todas las suyas, una de mis favoritas. Y porque no hace falta decir nada más sobre un narrador de prosa alucinante, le pese a quien le pese.

18. “TRILOGÍA DE COPENHAGUE” (1967, 1971), de Tove Ditlevsen. Seix Barral, 432 páginas.

No conocía de nada a esta escritora. Leo estas memorias (compuestas por 3 libros que en España se han editado en un solo tomo) y alucino con lo que me encuentro dentro: fuerza narrativa, poderío en el estilo, voz desgarradoramente poderosa y una filosofía intrínseca en todo lo que narra sobre una vida personal muy particular y hasta poco corriente.

19. “UNA VIDA DE PUEBLO” (2009), de Louise Glück. Pre-Textos (Edición bilingüe), 175 páginas.

Porque leer la poesía de Glück es leer la vida cotidiana de una manera como crepuscular se me ocurre decir; esto es poesía secuestradora que te lleva a las palabras transparentes, a poemas que retratan una existencia dura pero a la que siempre le puedes ver una puerta entreabierta.

20. “VOLVER A DÓNDE” (2021), de Antonio Muñoz Molina. Seix Barral, 345 páginas.

Porque si hablamos de Muñoz Molina, hablamos siempre de un escritor de prosa exquisita. Aquí nos regala una lúcida radiografía de nuestro presente pandémico, a la misma vez que nos entrega una reflexión y remembranza sobre nuestro pasado para recordarnos que nuestra memoria es quebradiza. Un lujo de libro.

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