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MIS LECTURAS PREFERIDAS EN 2022



TOTAL LIBROS LEÍDOS: 128

  • NOVELAS: 52

  • LIBROS DE RELATOS: 13

  • POESÍA: 21

  • TEATRO: 16

  • ENSAYO: 9

  • NOVELAS GRÁFICAS: 17


En orden alfabético por título:


1.- “AYER”, de Agota Kristof


Pocos libros me he encontrado yo donde su exquisita relación entre estilo, contenido, modo narrativo y trama tengan la contundencia de esta novela corta. Además de regalarnos una árida visión del ser humano y de la vida con una frialdad tan potente como eficaz y enérgica, y, cómo no, dolorosa.


2.- “BARRIO LEJANO”, de Jiro Taniguchi


Taniguchi ha sido mi gran descubrimiento del año, podría haber elegido cualquiera de las siete novelas gráficas que me he leído suyas. Es magnífica su manera de atrapar la condición humana a través del dibujo de los detalles más nimios en vidas anónimas. Sus personajes contemplativos, su tono siempre poético y sus historias íntimas me conmueven y remueven hasta el tuétano.


3.- “CARCOMA”, de Layla Martínez


Una de esas primeras novelas que impresionan por su madurez narrativa y su hondura temática, que no por aterradora deja de ser menos contundente y crítica con respecto a temas importantes. Aquí dentro hay un feroz retrato de las consecuencias del patriarcado y la violencia fascista que se ilustra a través de las historias de unas mujeres rotas, fracturadas y escarnecidas.


4.- “CERCA DEL FUEGO”, de Pablo Gonz


Es una novela breve pero contundente en turbiedades y enigmas, con personajes riquísimos y voces narrativas que indagan en las miserias del amor y del deseo con una inteligencia y hondura estupendísimas. Y, por si fuera poco, la estructura está tan bien urdida que uno al final se tiene que replantear todo lo que ha leído tras recibir un bombazo que te lo recoloca todo.


5.- “CLAUS Y LUCAS”, de Agota Kristof


Tres novelas dentro de un libro que son un perfecto exponente provocador dentro del panorama europeo narrativo. Narradas como una alegoría de la separación de Europa tras la Segunda Guerra Mundial, la historia de los dos hermanos resulta de una contundencia fantasmagórica y alucinógena.


6.- “EL ACONTECIMIENTO”, de Annie Ernaux


Una de esas lecturas en las que uno percibe la “locura” de una escritora a la que no le importan las consecuencias de lo que escribe porque no escribe para los demás, sino para ella misma. Aquí, además, hay un tema controvertido que ella utiliza para denunciar una dura realidad, dejando que sea el lector quien juzgue. Grandiosa en su aparente sencillez y simpleza. Y una autora a la que se comprende y juzga mejor cuando se leen varias de sus obras.


7.- “EL MATRIMONIO ANARQUISTA”, de Begoña Méndez y Nadal Suau


Los dos autores deciden contarnos una rebelión: la de casarse y vivir maridados en tiempos convulsos o en tiempos en los que hablar de matrimonio tradicional no pega ni con cola. Es decir, esta pareja nos regala un libro lúcido sobre la anarquía de vivir fuera de toda regla precisamente embarcándose en una institución en la que parece que las reglas son lo único que conforman una normalidad. Pero, ¿qué es lo normal en una relación o qué es una regla? El género epistolar adoptado es otro logro dentro de un libro profundísimo que no es sino una maravillosa declaración de amor doble y uno de los análisis de las relaciones de pareja más impresionantes que yo he leído en mi vida.


8.- “EL PEOR CIEGO”, de Raúl Jiménez


Todas las piezas encajan a la perfección y nada sobra en esta novela. El ritmo es endiablado, cortante, como si las situaciones cayeran por una rampa (de hecho, el lector se siente como si estuviera subido en un trineo a la manera de esas películas spielbergianas donde el ritmo parece estar poseído por un nervio infinito). La tensión se palpa desde el principio gracias a una prosa implacable.


9.- “EL PERIODISTA DEPORTIVO”, de Richard Ford


Es esta novela de Ford una clara reminiscencia del “realismo sucio” de Carver, ese tipo de realismo que se empeña con puntillosa exactitud en capturar la vida ordinaria de la gente común y corriente. Y nos regala un personajazo inmortal (Frank Bascombe), que busca en sus peroratas y razonamientos una huida digna de esa consonancia horrorosa que es sentirse extraviado dentro de la vida alienante, enloquecida y enajenada. Y qué prosa la de Ford, qué prosa infinita nos regla siempre.


10.- “ESTADO DE MALESTAR”, de Ninna Lykke


Elijo esta, pero podía haber elegido la otra suya que me he leído este año. Sus novelas podrían pasar por parodias del estado del bienestar de los países nórdicos. La parodia nunca pasa por la caricatura, pero casi, y su tono es siempre el de una finísima ironía que no llega a ser nunca humor negro, pero sí nos percatamos de cierta comicidad a la hora de fotografiar nuestros comportamientos. En realidad, son sátiras en cierto modo bastante crueles pues no se cortan a la hora de meter el dedo en las llagas hasta hacerlas sangrar.


11.- “HOSPITAL DEL AIRE”, de Ernesto García López


¿Se puede hacer poesía documental? Este librazo demuestra que sí. Y, además, nos regla, aparte de una originalidad formal alucinante, una meditación desprendida sobre hasta dónde puede llegar el lenguaje, sobre la memoria y sobre la historia pequeña que construye la Historia grande.


12.- “LA EXCEPCIÓN”, de Auður Ava Ólafsdóttir


Que esta literatura llana y, aparentemente, humilde o sencilla no eche para atrás a nadie: dentro de esta novela hay mucha más verdad y exactitud en el retrato del hoy (más bien, del cómo somos hoy los seres humanos) que en cientos de tratados de psicología. Y tiene el gusto de retratar con pulcra limpieza y precisión eso que es siempre la existencia: caos y azar, eventualidad e incidente continuos.


13.- “LA RISA CANÍBAL”, de Andrés Barba


Dividido en varios capítulos que son ensayos sobre temas diferentes (pero relacionados todos con lo que el título del libro anuncia), el Barba ensayista nos habla de dónde están los límites del humor y de, incluso, si debería haberlos. La prosa argumentativa del autor bucea entre la profundidad psicológica, el rigor historicista y la responsabilidad humana. Una prosa que encandila y que arrastra hacia la reflexión del lector (que no puede evitar darle la razón en todo lo que dice).


14.- “MALASANTA”, de Antonio Tocornal


Otra espléndida novela de un narrador nato que crece en gigantismo narrativo con cada nueva publicación. Su novela relata sin concesiones una historia dura, heredera del tremendismo del siglo pasado inaugurado con Camilo José Cela y su Pascual Duarte. Y es una obra plagada de una galería de personajes inmensos. Una delicatessen.


15.- “MEADOWLANDS”, de Louise Glück


Una de las grandes poetas vivas. Este libro es otra muestra gigantesca donde el “yo lírico” hace una narración poética de peripecia biográfica cargada de parodia y confesión y en la que juega magistralmente con la ópera, el fútbol americano y la Odisea homérica. Este libro contiene poemas y versos sueltos antológicos, de esos que uno subraya para recordarlos siempre.


16.- “NO ERA ESTO A LO QUE VENÍAMOS”, de María Bastarós


Queda claro con este libro que la normalidad es una opresión y una imposición torturadoras. Que la cotidianidad inmediata es una película de terror en la que los pormenores son datos que describen esa crisis existencial que nos protagoniza y estrangula hoy. Las costuras de la realidad quedan radiografiadas con una pulsación narrativa de primer orden y que convierten este conjunto de relatos en un libro potentísimo, único, diferente y muy audaz.


17.- “PANTHERS Y MUSEO DEL FUEGO”, de Jen Craig


Hay dentro de esta gran obra mucha miga que comentar. Desde su protagonista (gran personaje), hasta su estilo aparentemente dificultoso y, sin embargo, una vez que entras en sus características y te adaptas como lector, aparece la transparencia y una pureza narrativa de primer orden. Luego está el contenido y la manera de mostrarlo con un constante, embriagador y fantasmagórico juego entre presente, memoria, invención y recuerdos, que deja un poso, por un lado, de obra casi filosófica por lo que tiene de reflexión sobre nuestros mundos interiores o sobre el funcionamiento de nuestra psique; y, por otro lado, también de obra casi ensayística, por lo que tiene (en su análisis interno) de desasimiento con respecto a las convenciones tradicionales de la novela.


18.- “PERDERSE”, de Annie Ernaux


En esta autora la autoficción cobra nuevas definiciones. Todo lo que cuenta es suyo, lo ha vivido y sentido. Lo que narra es su entorno más inmediato. Hay, además, en “PERDERSE” una exploración continua de irreverencia y desacato contra sí misma. Y esto perturba constantemente al lector (para bien, como disfrute literario, claro está, pero también lo deja desfallecido, agotado, sumido en reflexiones sobre sí mismo y sobre los sentimientos que acarrea el amor, tanto el bueno como el inconveniente). Hay transparentada una intimidad abrumadora dentro de estas páginas, que no escatiman a la hora de mostrar las luces y las sombras, sobre todo esas oscuridades del alma atormentada. Ernaux obliga al lector siempre a mirar por el ojo de una cerradura. Uno de los libros más duros que yo he leído nunca. Pero qué satisfacción haberlo leído.


19.- “SHORTCOMINGS”, de Adrian Tomine


Gran retratista de las frustraciones contemporáneas, en esta novela gráfica Tomine vuelve a deleitar con una historia en la que los personajes se aplastan en un vacío existencial aún más grande que el que arrastraban al comienzo de la narración. Un rosario de vidas cruzadas y patéticas que aparecen radiografiadas sin juicios de valor y que logran remover el interior de los lectores.


20.- “SULFURO”, de Fernanda García Lao


Una novela de terror (más psicológico que ambiental) en la que la crítica social y política acaba surgiendo con una fuerza abradacabrante y avasalladora. Demencia, inestabilidades y espectros se dan la mano en una narración de violencias varias, de sarcasmo a espuertas y donde lo extraño y lo turbador acaban repletos de un escepticismo sobre el presente que avasalla, incomoda y revuelve a partes iguales.


21.- “VIENTO HERIDO”, de Carlos Casares


Relatos posmodernos de una intensidad lírica estupenda. Es un libro desinhibido y como de prosa muy espontánea que contiene una crudeza atroz. Monólogos interiores y narradores en tercera persona se dan la mano para fotografiar personajes exasperados y enfadados consigo mismos y con el mundo. Una mezcla variopinta de influencias hay aquí dentro: desde Rulfo o Duras y Pavese; hasta Kafka o Faulkner. Una delirante delicia.


22.- “YO, PRECARIO”, de Javier López Menacho


Es un libro valiente y necesario. Una obra en la que lo vivencial se torna en ensalzamiento de la denuncia, en consciente y penetrante radiografía de la vida de esas personas jóvenes (y no tanto) que van de trabajo en trabajo (a cada cual más precario que el anterior) y que sobreviven en el limbo de la inopia entre un presente y un futuro desalentador.

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