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  • salva-robles

OTRAS DOS BUENAS NOVELAS DE ANDRÉS BARBA


“EN PRESENCIA DE UN PAYASO”

AÑO: 2014

PÁGINAS: 178

GÉNERO: novela

 

Continúa mi pasión por este autor madrileño.

Hace veinticinco años me encontré en una librería de segunda mano un libro de Andrés Barba (“LA RECTA INTENCIÓN”). Me llamó la atención el título, la juventud del escritor (qué envidia sentí porque ya hubiera publicado tan joven y en una editorial así, nada más y nada menos) y lo que me vendía la solapa trasera de la edición de la editorial donde publica desde siempre. Quedé avasallado. Y, desde entonces, leo TODO lo que va publicando. A día de hoy, ni una sola decepción. Es un talento, una pluma callada (no es un superventas, ni mucho menos) que va haciéndose un nombre en el panorama literario español. Para mí, entre los mejores de su generación.

Esta que quiero comentar es otra más de sus historias íntimas, de personajes cercanos y creíbles (casi como si fueran esos vecinos de enfrente de los que poco sabes, aunque te mueres por cotillear sobre sus vidas). ¿De qué nos habla esta vez Andrés Barba? De la identidad individual, de los lazos familiares, de lo que hay detrás de la fama (sin ínfulas panfletarias, que es otro detalle importante en esta historia) y del misterio de la vida con sus aristas punzantes.

La prosa sencilla de Barba encierra ocultaciones y entresijos: la mayoría de sus frases tienen una cáscara evidente que encubre una verdad preciosa, precisa y casi siempre dolorosa sobre la experiencia de los seres humanos en lo cotidiano. Algo así como encontrar detrás de la ternura la hinchazón del picotazo del aguijón de un insecto.

Hay misterio, sin que sea esta una novela de misterio. Pero, ¿qué vida de cualquiera de nosotros no lo tiene? Los lazos familiares se van desentrañando a medida que vamos pasando las páginas y todo lo que parecía algo, se descubre como otra cosa bien distinta. Qué grandes personajes son los progenitores de los protagonistas que, además, aparecen poco, pero tienen un peso demoledor sobre la trama del relato y, por ende, sobre la supervivencia de sus vástagos.

El título de esta novela está tomado (como bien explica el autor en el epílogo) de una película de Ingmar Bergman, pero hasta ahí la coincidencia. Que nadie que conozca la película pretenda ver algo de ella en la novela de Barba.

En definitiva, un novelista con mundo propio, estilo definido y talento a raudales. Y una novela que se lee (porque engancha y mucho) de un tirón (en una agradable mañana de esas en las que lo acostumbrado no te interrumpe, como fue mi caso).

 

“AGOSTO, OCTUBRE”, de Andrés Barba

AÑO: 2010

PÁGINAS: 152

GÉNERO: nouvelle

 

La adolescencia, ese laberinto tortuoso y repleto de espinas (algunas te hacen sangrar) que todo ser humano atraviesa como puede, es quizás una de las etapas de la vida donde más solos estamos y, sobre todo, nos sentimos. Esta estupenda novela de Andrés Barba (una más en su irreprochable trayectoria literaria) da otra vuelta de tuerca sobre una temática a la que la literatura (en su género narrativo, sobre todo) le ha dedicado desde siempre (¡ay, aquel pobre Lazarillo fue uno de los primeros!) muchas y estupendas páginas.

Barba opta por la parte más sucia y escabrosa de esta etapa: esa en la que la ambigüedad hace del adolescente un ser inadaptado y, por tanto, enganchado a una violencia a la que ni siquiera es capaz de verle la cara verdadera e indudable. O se la ve, sí, pero sin moralidad ni justicia algunas. Por esta razón, la novela que comento es de esas historias-puñetazo, duras en su verdad irrefutable y duras por su impudicia y valentía en mostrarla.

El protagonista de “AGOSTO, OCTUBRE” es inteligente, pero sus actos involuntarios corren más deprisa que su inteligencia. Se pierde en las relaciones porque le cuesta trabajo o no puede encontrarse a sí mismo. Quiere comprender, sin embargo, llega tarde cuando comprende. Y, claro, las situaciones que vive le crean una angustia vital que lo estrangula y le asfixia. Y lo peor es que se ahoga solo pese a estar rodeado de gente. Nadie se da cuenta de lo que él percibe. Y su soledad y su desasosiego son aún mayores. Luego, su sentido de la rectitud (tan inocente y al mismo tiempo tan humano) turba y conmueve.

Lo mejor de esta novela es el análisis psicológico de sus personajes. Es aquí donde Andrés Barba demuestra ser un mortífero y fastuoso retratista que capta con rigor el alma humana en un momento muy concreto. Tanto es así que da miedo sentir que el deambular de esos chicos y chicas sea tan análogo al de los adolescentes que con tan devastadora certeza captó Gus Van Sant en aquella tremenda joya cinematográfica que fue “ELEPHANT” (otra obra de arte que supo captar una VERDAD incontrovertible).

La estructura de “nouvelle” (relato largo o novela corta) le da a todo una premura y una celeridad, que es la misma con la que la lees, quedando así la sensación (también angustiosa) de que te falta el aire, de que te quedas sin respiración ante esa prosa ágil y tremenda. Para mí, y no me canso de decirlo, Andrés Barba es toda una referencia (de las buenas) ahora mismo en la novela contemporánea española.

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