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"PARÍS, DISTRITO 13" (Francia, 2021), de Jacques Audiard


Audiard, ese director diverso y heterogéneo, vuelve a regalarnos una película sutil. Ahora le ha apetecido homenajear y recrear dos cosas: la nouvelle vague (aquí remodelada para las nuevas generaciones) y las historietas de Adrian Tomine (autor representativo del cómic indie americano, un autor que he descubierto y leído fascinado no hace mucho). El resultado es una película a mitad de camino entre lo nostálgico y la descripción de los millennials, ese sector de la población nacida en los 80 del siglo pasado y que Audiard retrata con maestría en las pequeñas decepciones del día a día, sobre todo en sus relaciones sentimentales.

La película utiliza una sutil fotografía en blanco y negro (que recrea y agasaja las viñetas de Tomine) y relata las historias de tres personajes. El guion se centra en las cotidianidades sentimentales y laborales y nos presenta a las criaturas empantanadas en una realidad en la que se les descubre aturdidos, indagadores y ahogados en una pesadumbre emocional que llena la pantalla de un existencialismo que desborda al espectador y lo hace cómplice por empatía y comprensión (¿quién no ha vivido -o vive- ahogado en la búsqueda de darle un sentido a su vida?).

El resultado es una película franca, natural y desprendida en emociones, también muy erótica; una película logradísima en eso de establecer una atmósfera muy concreta. Es un trabajo al que parece que se le perciben los latidos del corazón y que alcanza una transparencia memorable porque no comete el error de enjuiciar a sus criaturas. A estas las vemos equivocarse, arrepentirse, contradecirse, rebatiendo o impugnando sus decisiones y hasta sus sentimientos. Algo que nos recuerda mucho -al menos a mí así me lo parece- al cine de Rohmer. Se contempla la película embriagado por su naturalidad ficcional y porque agudiza los sentidos del espectador una sugestiva radiografía del afecto, del sexo y de lo que entra por los alrededores en todas las relaciones sentimentales. Añadamos aquí su contemporaneidad: el retrato es sobre la gente joven hoy y sobre cómo camina entre los bordes de los despeñaderos en esas citas románticas modernas, sin caerse nunca o cayéndose con desenvoltura, atrevimiento y desvergüenza, para luego levantarse y continuar.

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