AÑO: 2001
PÁGINAS: 335
GÉNERO: diarios
Mientras escribía su novela “PURA PASIÓN”, la autora francesa llevaba también a cabo la escritura de un diario. Este libro es ese diario que estuvo escribiendo mientras duró la relación secreta que mantuvo con un diplomático ruso casado.
Antes de entrar en la lectura de ese diario, Annie Ernaux escribe una introducción y de ella transcribo un fragmento muy elocuente y que prepara al lector para lo que viene a continuación:
“Nunca supe nada de sus actividades que, oficialmente, eran de orden cultural. Me sorprende hoy que no le hiciera más preguntas. Nunca sabré tampoco qué fui para él. Su deseo de mí es lo único de lo que estoy segura. Era, en todos los sentidos del término, la amante en la sombra. Soy consciente de que publico este diario por una especie de prescripción interior, sin preocuparme por lo que él, S., pueda sentir. A buen derecho, podrá estimar que se trata de un abuso de poder literario, incluso de una traición. Concibo que se defienda mediante la risa o el desprecio, “no me veía con ella más que para echar un polvo”. Preferiría que aceptara, aunque no lo entienda, haber sido durante meses, sin que él lo supiera, ese principio, maravilloso y terrorífico, de deseo, de muerte y de escritura”.
Este libro, narrado en forma de diario íntimo, tuvo a la escritora 10 años decidiendo si publicarlo o no. Mientras lo leía he pensado muchas veces en esa decisión que finalmente fue afirmativa y por eso yo ahora lo estaba leyendo. No he emitido ningún juicio sobre esa decisión (quién es uno para juzgar a nadie), pero mientras pasaba las páginas he palpado la angustia, el desasosiego, la soledad, la alienación abrumadora que puede llegar a padecer alguien por otra persona cuando se enamora. El libro es un relato desgarrador, de una contundencia angustiosa en esa verdad confesional que relata en su más descarnada crudeza y verdad. Hay una desnudez de la escritora apabullante, quizá inentendible para muchos, que a mí me ha dejado noqueado. No hay astucias o rodeos y tergiversaciones novelescos; aquí uno lee la pura desnudez íntima de un ser humano atrapado en una pasión que lo esclaviza, lo domina y lo avasalla por completo, hasta el punto de anularlo como persona. El lector, inevitablemente, se convierte en voyeur, en un mirón de la intimidad de una mujer que escribe un diario como intento de vomitar sus impotencias, su atadura a una relación que no puede ni quiere terminarla y que la mantiene en todo momento encadenada y aprisionada, convertida en un deshecho humano casi sin movilidad para una vida corriente.
No hay censuras en esta confesión. Por eso desconcierta y perturba más la lectura de este, finalmente, hermosísimo libro. Muchos lectores se cansarán hacia la mitad, pues hay páginas que parecen estancar la narración porque se repiten las circunstancias; pero es que esto tenía que ser así porque así era la realidad y la verdad sentidas: las eternas esperas nos hacen concebir y padecer siempre las mismas emociones, desilusiones y pesimismos.
Aquí dentro, el desahogo de la escritura no alivia la angustia. Las confidencias se suceden en bruto, sin cortapisas. No pone Ernaux ninguna barrera a lo que siente y padece. Es emotivo, inquietante y estremecedor verla a la deriva. Una mujer moderna, sabia, feminista…atrapada en todo eso en lo que se “supone” que no debiera haber caído una mujer de su condición, estatus y cultura. El libro nos muestra que nadie está a salvo de unos sentimientos así, de la fuerza avasalladora que puede tener el amor en nosotros. Nadie está libre de ser torpedeado por otro ser humano que te domina y hace contigo lo que le da la gana. Nadie se libra de la obsesión o la ceguera.
En esta autora la autoficción cobra nuevas definiciones. Todo lo que cuenta es suyo, lo ha vivido y sentido. Lo que narra es su entorno más inmediato. Hay, además, en “PERDERSE” una exploración continua de irreverencia y desacato contra sí misma. Y esto perturba constantemente al lector (para bien, como disfrute literario, claro está, pero también lo deja desfallecido, agotado, sumido en reflexiones sobre sí mismo y sobre los sentimientos que acarrea el amor, tanto el bueno como el inconveniente). Hay transparentada una intimidad abrumadora dentro de estas páginas, que no escatiman a la hora de mostrar las luces y las sombras, sobre todo esas oscuridades del alma atormentada. Ernaux obliga al lector siempre a mirar por el ojo de una cerradura. Y escriba lo que escriba, nos regala siempre alta literatura.
Uno de los libros más duros que yo he leído nunca. Pero qué satisfacción haberlo leído.
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