Ozon es un director tan prolífico como apabullante, lo que no quiere decir que todas sus películas sean de calidad máxima, pero tienen siempre algo o resultan muy curiosas. Algunas son verdaderas obras maestras.
Este año ha querido hacerle un homenaje a Fassbinder reinterpretando una de sus películas fetiche: "LAS AMARGAS LÁGRIMAS DE PETRA VON KANT" (1972). Y le sale un pastiche kitsch tan vacío como divertido.
La película no elude, sino que la potencia, su condición teatral: un único espacio -la casa del protagonista- y unos decorados llamativos muy del estilo de Almodóvar. Y cinco personajes vodevilescos que rezuman caricatura por todas sus esquinas. A los actores se les nota que se lo están pasando pipa, sobre todo al siempre portentoso Denis Ménochet, cuyo contundente físico y su voz espléndida nos regalan una de sus mejores interpretaciones (que ya es decir, porque cuándo este actor no sobresale).
El guion, plano y esquemático a caso hecho, juega con temas como la fama de las celebridades y los amores de conveniencia con sus consecuentes fracasos. Todos ellos eclosionan en uno solo: el miedo a la soledad.
De verdad que la película es una tontería insípida (sobre todo porque a cuento de qué este homenaje), pero es una tontería insípida divertida y con algunos momentos delirantes. Genial ese criado que no habla al que se le tiene esclavizado sin pudor y atención a la última escena que protagoniza.
Ozon se toma la película como un pasatiempo, como un KitKat, y se dedica a pasárselo bien probando texturas espaciales y ensayando con la cámara como diversión. Y, oigan, por qué no permitírselo. Él lo tiene claro y no juega a engañar. Así que: chapeau, monsieur.
Posdata: qué poco se prodiga Isabelle Adjani, pero aquí luce resplandeciente parodiándose a sí misma con un impudor que llena la pantalla de magia y alegre burla. Y cuando no está, porque sale poco, la pantalla la echa de menos. Esto dice mucho del trabajo que ha realizado aquí.
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