(España, 2020)
Esta película no niega lo evidente: es un ejercicio cinematográfico, una pieza teatral filmada en un único espacio y con cuatro actores. No niega tampoco que, por ello mismo, es una obra en la que lo que escuchamos y se dice por los intérpretes es la base principal y en ellos se apoya un director que, aunque en principio no lo parezca, no deja de ser él mismo para los que conocemos toda su filmografía. No hay traición a un estilo, ni a unos temas, ni al espectador (porque nunca se le trata de engañar).
Una vez aceptado esto (que se sabe ya a los diez minutos de metraje), lo que nos encontramos es una película precisa y más honda de lo que su ligereza (aposta) nos sugiere. Dentro de ella hay un guion milimétrico, tan bien escrito como mejor declamado por un grupo de actores en plenitud. Ese guion desnuda al ser humano, le hace una radiografía divertida y no por ello menos puntillosa. Juega con los roles y con los personajes cliché y resulta que esto, que en otras películas se convierte en un gran inconveniente, aquí se eleva a estupendo análisis de nuestros sentimientos, de nuestras sordideces y neurastenias. Imposible no sentirse reflejado y, en este sentido, es una película (gratamente) incómoda sobre las relaciones de pareja en pleno siglo XXI.
Los diálogos desnudan nuestras cosas malas y también las buenas, no escatiman en humor y en toques agrios mezclados a veces en una misma frase. Nos desnudan de una manera naif, con estudiada viveza y una calculada cotidianidad que resulta cercana por lo que tienen de reflejo de lo que sentimos y, sobre todo, ocultamos.
Para dar verosimilitud a todo esto se necesitaban unos actores que los declamaran con naturalidad y credibilidad. Hay detrás de esa verdad interpretativa un trabajo de dirección de actores portentoso y cuatro actores maravillosos. Atentos, porque es una gozada percibirlo, a los matices en las modulaciones de sus voces, en los pequeños gestos corporales o en las miradas que nos regalan: hay cuatro trabajos interpretativos impresionantes. Sólo por contemplarlos ya esta película se hace notable y gozosa. Y se pasan sus 82 minutos en un suspiro y con la sensación de que deseamos más o de que no queremos que esto se acabe.
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