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“SPENCER” (Reino Unido, 2021), de Pablo Larraín

Actualizado: 12 ago 2023




La película narra tres días, al parecer, cruciales en la vida de Lady Di, esa princesa de la que todos creemos saber mucho y hasta conocerla como si hubiera sido nuestra vecina de enfrente. Muchos hablan de que esto es un biopic, pero es verdad que sólo se centra en unas 72 horas del personaje.

La apuesta cinematográfica, muy loable por cierto y gracias a la encomiable dirección de Larraín, adopta una riquísima y muy consciente postura “kitsch” para narrar esa historia tristísima que conocemos por los recovecos manipulativos de la prensa amarilla. El guion empatiza con el personaje y representa un enfoque perspicaz y sutil sobre lo que consigue la fama como cárcel del ser humano que la padece. Es quizás este enfoque lo más asombroso de la película, lo que le da catadura de apuesta cinematográfica de altura sin que logre ser una obra maestra, aunque sí acaba siendo una notable obra artística en la que hay muchas ideas brillantes y otras igual un poco deslavazadas o hasta idiotas. No importa, hasta lo que no cuela aquí tiene su impronta y suma en las intenciones de un director dispuesto a enlodarse hasta el fondo de las picardías, el humor extravagante o la puesta en escena de texturas de cine moderno y alejado de las propuestas acomodaticias o convencionales.

Llega un momento que a mí como espectador me importan un bledo las luchas de Diana contra la realeza, me quedo con lo que me muestra su psique porque esto es, principalmente, un melodrama psicológico que inquieta y perturba a partes iguales. Su surrealismo, que protagoniza grandes momentos en la película, aporta una sensación de zozobra y ansiedad que se va cocinando poco a poco. Al final, está muy claro cómo se siente la princesa, no como princesa, sino como mujer manipulada y encarcelada dentro de ese microuniverso de antropófagos de la realeza que quieren devorarla y, sobre todo, anularla como ser humano que estorba hasta el punto de haberse convertido en un fastidioso grano en el culo dentro de la Casa Real.

A veces resulta una película ampulosa y reiterativa, pero lo mejor de ella es que acaba siendo una obra que va a cabrear a muchos espectadores (no por lo que cuenta, sino por cómo lo cuenta) y eso puede que sea lo que la enaltezca como película embarazosa y significativa.

Tengo un problema con su actriz principal: Kristen Stewart nunca me ha gustado, no es santo de mis devociones y me resulta una artista fría, de mueca única y rostro impasible. Aquí no está mal, sabe que tiene un rol para catapultarla a los altares de los olimpos cinematográficos y, además, hay un director audaz que dirige fenomenal a sus actores y ella lo aprovecha y, por primera vez en mi caso, logra que yo la vea construyendo algo diferente y por momentos brillante, aunque a veces tropieza en la caricatura o en lo exagerado y la parodia bufa, pero enseguida remonta y le da brío a eso de mostrar las dimensiones emocionales del personaje. No está mal la chica, pero tiene la suerte de estar dentro de una película de atmósfera y sutilezas que la arropan y la llevan en volandas hacia una interpretación no brillante, pero sí hermosa y con cierta electricidad.

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