(Miniserie, 10 episodios)
Prodigio televisivo que sorprende ya desde el formato: los capítulos no llegan a los once minutos (en dos ocasiones, no sobrepasan los nueve). Dos únicos personajes, un espacio y la verborrea en forma de diálogo como entretenimiento mayúsculo y, para mí, sorprendente y tan estimulante que me quedo con ganas de más, y más y más.
Dirigida por Stephen Frears y escrita por Nick Hornby (director y escritor, respectivamente, a los que admiro y sigo con fidelidad desde hace muchos años), la propuesta novedosa y muy inspiradora (porque se sale de todos los cánones que uno pueda haber visto en una serie -bueno, “EN TERAPIA” era también una serie parecida en intenciones y formato-) no cuenta nada que no conozcamos ni nada que pueda sorprendernos (una pareja en crisis que decide hacer terapia conjunta) y, sin embargo, uno la disfruta por su inteligencia, por su profundidad, por su empecinamiento en radiografiar las relaciones sentimentales a largo plazo de esa manera tan peculiar (no vemos nunca a los personajes haciendo la terapia, sino que los vemos los diez minutos antes de entrar a ella).
Lúcida, realista, viva y repleta de talento desde todas sus esquinas: la dirección es elegancia pulcra, los intérpretes nos regalan un recital de naturalidad impresionante y el guion es una lección magistral de escritura televisiva.
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