No es redonda y podría haber dado en la llaga mucho más. Pero tampoco le hace falta para conseguir lo que pretende: abrirnos la conciencia y los ojos ante lo que el capitalismo está logrando tacita a tacita y que nosotros estamos permitiendo (o quizá es el propio capitalismo quien nos obliga a vivir sin conciencia y ciegos. ¿Qué fue primero: el huevo o la gallina?).
Los nórdicos son fríos por naturaleza y esta apuesta televisiva, que por tono es una sátira y una comedia, se engrandece gracias a esa frialdad, que aquí es pertinente ya que dibuja una sociedad congelada, maniatada y esclavizada por todo lo que la rodea. Parece una distopía, pero el espectador que yo he sido ha estado todo el rato pensando que ya vivimos así, tal y como describe la serie: manipulados, mecanizados y obligados por el sistema. Otra cosa es que no queramos darnos cuenta.
El resultado del capitalismo, parecen querer decirnos los guionistas, es una sociedad despiadada. Y vaya si lo somos. La serie sólo necesita cuatro rasgos de guion, una puesta en escena bien orquestada y muy efectiva y unos actores perfectos para narrar el horror hacia el que nos dirigimos o el que ya protagonizamos: ciudades sin coches, personas solas, viviendas raquíticas de diez metros cuadrados y máquinas que nos dirigen como único sistema de comunicación. Y añadamos: nuestros sueños como cárceles tramposas para nosotros mismos. Vivir y ser para el sistema únicamente. Es decir: nos quieren como robots que son efectivos retroalimentadores del propio sistema y que no piensan.
Magnífica fotografía, magnética dirección artística, espléndido diseño de vestuario y un guion que tiene muy claro dónde quiere llegar. No se necesitan grandes efectos digitales mentirosos para contar una verdad: el mundo está programado por el Gran Hermano y nadie puede escaparse.
Prefiero mil veces ver series como ésta (aunque no sean del todo redondas) antes que las 400 apuestas televisivas que nos llegan de los EE.UU., que no son más que meras calcomanías tan manidas como inanes y tan calculadoramente diseñadas que acaban siendo muermos descafeinados que el propio sistema streaming te obliga a tragar una y otra vez.
POSDATA: esta miniserie noruega sólo necesita 4 episodios que duran en torno a los 20 minutos para ser mucho más efectiva que series que se alargan más de 4 extenuantes temporadas.
CALIFICACIÓN: 8
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