(Temporada 4, 10 episodios)
Sigue siendo lo que ya era desde la primera temporada: UNA AUTÉNTICA DELICIA. Y lo mejor de la parrilla de Netflix ahora mismo, sin duda. La ves y te empapan sus recursos y sus logros técnicos: es perfecta en todo eso que logra que un producto televisivo tenga la marca de calidad suprema: fotografía, vestuario, dirección artística, maquillaje, banda sonora… Tiene un grupo de actores maravilloso. Ahora se añaden una estratosférica Gillian Anderson haciendo de una descacharrante e irónica Margaret Tatcher y una estupendísima Emma Corrin interpretando a lady Di con una simbiosis asombrosa. Y lo mejor: sigue teniendo una escritura perfecta, soberbia, incisiva, penetrante, irónica. Sus guiones muestran una perfección que a mí me subyuga, me tiene permanentemente atento a las vicisitudes y a las capas de profundidad que atesoran dentro. Me da igual que cuenten verdades a medias, pero INTERPRETAN la realidad con una inteligencia que hace que esa realidad quizá se parezca mucho más de lo que imaginamos o conocemos o interpretamos en su momento los que vivimos estas noticias ya con cierta conciencia. Y todo lleno de sarcasmo, humor y bastantes toques de genialidad por capítulo. Los guiones de Peter Morgan logran una temporada más reconcentrada, reflexiva. También más centrada en los intestinos, en las interioridades de los personajes. Añadamos el morbo de esta cuarta temporada: se juntan tres mujeres poderosísimas y sus batallas titánicas, dialécticas y psicológicas: Isabel, Tatcher y Diana. Ahí es nada. ¡Ufff! En casa nos la hemos bebido en dos sentadas, con avaricia y glotonería. Una gozada.
