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  • salva-robles

TRES NOVELAS EXCELENTES DE CELSO CASTRO


 

 

“ENTRE CULEBRAS Y EXTRAÑOS”

AUTOR: Celso Castro

AÑO: 2015

PÁGINAS: 154

GÉNERO: novela

 

¿Quieren contundencia? ¿Un centrifugado a tres mil revoluciones por minuto? Y, además, ¿desean descubrir –si aún no lo sabían– que son masoquistas y, encima, disfrutan del descubrimiento o de la confirmación de ese masoquismo? Hacía mucho tiempo que una novela no me tambaleaba de la manera en que lo ha hecho ésta. No es un puñetazo: son varios.

¿Qué es “ENTRE CULEBRAS Y EXTRAÑOS”? ¿Qué historia estoy leyendo que me conmueve, me revuelve, me disgusta o que, en definitiva, me emociona? Porque, además, no me está contando nada nuevo: las relaciones edípicas, la ausencia del padre, la adolescencia dando paso a la madurez con su propia educación sentimental pegada a los costados de todo lo anterior… Todo esto ya lo he leído en muchos libros. ¿Entonces? Pues que resulta que hay un conglomerado de cosas que me llenan.

  • Primero, sus personajes: qué protagonista, qué madre, vaya hermana… y ¡por los clavos del crucificado!, qué chica la muchacha que sube por una cuerda para colarse por la ventana de su chico.

  • Segundo: un modo extraordinario de narrar (complicado, pero que no les eche esto para atrás; no, por favor; es claramente un escritor jugando con las normas ortográficas y gramaticales que, encima, consigue juegos verbales e imágenes descriptivas portentosas); narración que es una especie de monólogo interior mezclado de confesión y diálogo con un desconocido (que muy bien podríamos ser cada uno de los lectores: yo he necesitado sentir que era a mí a quien le contaba el protagonista su historia).

  • Y tercero, su desgarramiento: es una historia llena de crujidos que dejan huella.  Cada crujido, cada estridencia (que llegan, sí, que llegan ¡y cómo! hondamente al lector) , se encamina para revelar la desnudez de un adolescente (adicto a Schopenhauer) cuya mayor fatalidad es que la vida no le deja vivir su historia de amor. Porque, en definitiva, esto es lo que es esta historia: una radiografía de los amores tempraneros y ( ¡uf!) perniciosos.

Resumiendo: una novela (novelita de tan sólo 154 páginas) GRANDE, INMENSA.


 

Título: “SYLVIA”

Autor: Celso Castro

Páginas: 119

Publicación: 2017

Género: novela

 

Potentísima literatura “del yo”. Desde la experimentación narrativa con el lenguaje (no hay ni una sola mayúscula en todo el libro, ni siquiera en la magnífica y turbadora portada) o con la historia (es toda ella un monólogo introspectivo), Celso Castro (tras la excelente “ENTRE CULEBRAS Y EXTRAÑOS”) vuelve a dar en la diana con una narración breve, contundente y directamente encaminada hacia el puñetazo estomacal.

El protagonista (otro personaje memorable de Celso Castro) tiene serios problemas de identidad y vive permanentemente angustiado mientras se ahoga en una relación sentimental que está más en su cabeza (lo virtual) que en su vida cotidiana (la realidad).  Su manera enfermiza de amar, además de amar a quien menos le conviene, lo convierten en un ser infeliz en constante deambular por los bordes del precipicio en el que, no obstante, cae varias veces. Este sufriente enamorado es un paria en el mundo contemporáneo: un inadaptado que se mueve entre la angustia existencial (de la que tienen mucha culpa los progenitores que nos tocan) y el egotismo (moneda común del siglo XXI). Es un “Werther” atemporal en plena época tecnológica.

Y mientras conocemos al protagonista, el autor indaga subterráneamente en temas ya aparecidos anteriormente en sus obras: las enfermedades, las relaciones paterno-filiales (qué gran personaje el de la madre: de esos secundarios que son tan relevantes) o la necesidad de ser amados, aunque sea por la persona más impúdica y deshonesta.

De esas pequeñas joyas (lo de pequeña lo digo por su breve extensión) que devoras en poco más de dos horas incapaz de despegar los ojos de las páginas. Y aviso: no sales indemne de ella tras acabarla.


 

TÍTULO: “LAS BRUJAS”

AUTOR: Celso Castro

AÑO: 2020

PÁGINAS: 189

GÉNERO: novela

 

Otra potentísima historia de este autor admirable. Cada libro suyo lo recibo como un acontecimiento. No quiero parecer excesivo en mis opiniones, pero es que lo compruebo en cada nueva publicación: Celso Castro es uno de los narradores más potentes de nuestra narrativa contemporánea. Tiene un mundo ficcional diferente mostrado con un estilo muy personal, genuino, libre y, también, muy espontáneo (en apariencia, claro: porque esto es literatura y todo se nota muy trabajado y, aún más, decididamente depurado). Entras en sus páginas y enseguida lo ves: el narrador en primera persona (personaje desamparado en sus tormentos emocionales), la prosa sin mayúsculas y sin puntos finales en los párrafos y el uso generoso de los guiones. Aturde esto, sí. Pero sólo al principio. Enseguida la narración y sus tonos te atrapan y eres incapaz de abandonar sus páginas.

Pero, ¿por qué me secuestran sus narraciones? ¿Cuál es, de verdad, el motivo?

La creación de sus criaturas, de esos seres que aparecen entre las páginas. Sin dudarlo. Sus personajes me llegan: su penetración psicológica, sus deseos, sus equivocaciones, sus confesiones no me son ajenas, aunque no haya vivido sus vidas, sí he sentido o puedo llegar a comprender lo que sienten y les pasa. Hay una comunión bestial entre esas criaturas narrativas y yo como ser humano que lee para comprenderse mejor. Y hablo de todas, desde el protagonista hasta los personajes secundarios o ausentes (que terminan siendo también protagonistas): todos tienen su trazado, su penetración subterránea, su psicología sutil y hasta simbólica o mitológica, porque siempre tengo la sensación de estar leyendo una fábula, una quimera o una leyenda ancladas con exactitud en plena actualidad. Sus historias son eso: el mito hoy.

Luego está la atmósfera que envuelve a los personajes: el ambiente claustrofóbico que marca sus cotidianidades. La extrañeza lo impregna todo, la realidad es mostrada en sus entrañas; una realidad que muerde y cuyos espacios estrangulan a los seres que la atraviesan y la respiran.

Por último, pero no menos importante, está ese monodiálogo entre el protagonista emisor y un tú recibidor que no rebate ni refuta y que jamás contesta. Ahí también se palpa la tensión, la maestría narrativa y el hipnotizado aprendizaje de la vida que el emisor logra a través de su verborrea casi infinita. Entonces, el existencialismo (revitalizado) estalla: la criatura desvalida grita para salvarse. Y lo lírico, esa prosa poética, acaba por impregnarlo todo.

Al final, cuando cierras el libro (qué pena siempre que se acaben los libros de Celso Castro), te percatas de la intensidad y calado que todo eso leído comienza a dejarte como poso (artístico y vital). Uno nunca -jamás- sale indemne de las historias de este escritor.

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