“EL OTRO SEÑOR KLEIN” (Francia, 1976)
Es una de las mejores películas que yo he visto sobre la ocupación nazi en Francia. Está tan bien hecha (portentoso diseño de producción) y tiene un trabajo de dirección tan admirable, que me extraña que esta película no esté considerada como un clásico de esos que todo el mundo reconoce y ha visto. Alain Delon nos regala una interpretación contundente y espectacular.
Tiene dentro, además, un tono thriller repleto de suspense que va incrementándose y dejando al espectador cada vez más angustiado. Joseph Losey sabe hechizar y atrapar la incertidumbre y la tragedia manejando una cámara inteligente y mordaz y que sabe atrapar la atmósfera tiránica y asfixiante con una contundencia pocas veces lograda por un cineasta.
“EL MENSAJERO” (Reino Unido, 1971)
Es una película de atmósfera gráfica muy expresiva que va presentando muy poco a poco la temática profunda que tiene dentro y que se disfraza de viaje iniciático o educación sentimental de un chico preadolescente que va a recibir una escabrosa pérdida de su candidez como recadero (o “correveidile”) de dos amantes de distinta clase social. Detrás de todo eso, Losey se dedica también a capturar el recuerdo de una época pretérita simbolizada por una casa en mitad de un locus amoenus que esconde sus recovecos oscuros y no tan ideales.
Aunque su empaquetado de producción haga que parezca una de esas series o películas británicas de época, esta obra está muy lejos de ser una propuesta académica o encorsetada en ese estilo. Hay dentro de ella suficientes escenas y datos que la convierten en una historia con mucha fuerza (se nota que el guion está escrito por Harold Pinter). Y ese poderío interno viene dado por una perfecta descripción de los formalismos sociales y las relaciones sentimentales basadas en el engaño, la superficialidad o el escándalo. Y de esta manera, queda retratada con potencia la sociedad aristocrática y su temperamento alienante. Todo ello visto desde los ojos de un niño que aparece radiografiado con una fuerza psicológica abrumadora y espectacular y que la película muestra con gigantesca agudeza.
“EVA” (coproducción entre Italia y Francia, 1962)
Ver esta película es ver una obra que se emparenta con prodigios como “LA DOLCE VITA” (de Fellini), “LA GRAN BELLEZA” (de Sorrentino) o con aquel cine mayúsculo que nos regaló la “nouvelle vague”. Y nos obsequia, también, con un análisis de las relaciones humanas y de clases con una frialdad esperpéntica y muy lúcida en su profunda vivisección. Asombra que esta historia sea de 1962 y que la censura permitiera que se rodara y estrenara. Estoy seguro de que hoy, con los tiempos que corren, esta película sería censurada sin miramientos ya que nos presenta un retrato brutal de la maldad femenina. Alucinante también esa representación de la soledad a través de un personaje masculino que sufrirá una descomposición moral y anímica por culpa de su obcecación por una mujer.
Venecia, Roma y las canciones de Billie Holiday sirven a Losey para parir una película atmosférica, muy oscura y bastante asfixiante a la hora de plasmar las miserias humanas. Y, por si fuera poco, esta película está protagonizada por la musa de la “nouvelle vague” en aquel momento: una esplendorosa Jeanne Moreau que aquí nos regala una interpretación cargada de erotismo para representar la maldad e insensibilidad en estado mayúsculo. Su personaje es tan amoral que causa rechazo inmediato y fascinación (a partes iguales) en el espectador.
Si quieres ver una película valiente sobre la esclavitud y la dependencia sentimentales, aquí tienes una maravillosa película sobre ello.
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