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"UN AÑO, UNA NOCHE" (España, 2022), de Isaki Lacuesta


En 2015 hubo una serie de atentados terroristas en París cometidos durante la noche de un viernes 13 de noviembre por islamistas radicales. Esos ataques consistieron en tiroteos contra terrazas de bares y restaurantes y en una sala de conciertos (Bataclan es su nombre). Murieron 132 personas y otras 415 resultaron heridas. Esta película cuenta las consecuencias de eso en dos personas, una pareja que sobrevivió al ataque de la sala Bataclan.

Con un soberbio guion, una dirección poderosísima y un montaje en estructura puzzle maravilloso, la película es una eficaz radiografía de dos personas tras una situación terrible que les dejará una huella psicológica de por vida. Todo lo que aparece en la pantalla es una especie de viaje muy sombrío (y a la vez bastante esplendente) que penetra en el trauma y que logra regalar al espectador unas espeluznantes reflexiones sobre las consecuencias de ese terrible acto inhumano. Para ello cuenta con dos actores en estado de gracia, que se meten en la piel de dos personajes heridos, golpeados cada uno a su manera y nos entregan dos interpretaciones cargadas de veracidad y humanismo.

Pero la belleza de la película explota por culpa, también y sobre todo, del montaje (en lo visual y en lo sonoro) con el que se ha narrado la historia, pues nos regala un atrayente concepto de narratividad que se basa en desgarrar el tiempo, mezclando pasado y presente, en una ruptura de planos temporales (regresiones y adelantos) consiguiendo la sensación como de tiempo estático, detenido, y que deja paso, de esta manera, al fluir del pensamiento de los personajes y a describir en profundidad sus estados cerebrales, especulativos o espirituales. Esa territorialización del tiempo conecta a la perfección con las terribles, dolorosas e impotentes sensaciones y le dan mayor fuerza y emotividad a todo lo que sucede delante de nuestros ojos. Comprendes el miedo, el silencio, los recelos, la desconfianza, lo agónico de la tragedia real. Y acaba siendo, por tanto, una estampa fotográfica y agónica del estrés postraumático, que se convertirá en el tema central de la película.

Detrás de esta preciosa y punzante obra está Isaki Lacuesta, un cineasta surgido en esa nueva ola dentro del cine español que nos está entregando películas potentes y, sobre todo, muy personales. Aquí, en UN AÑO, UNA NOCHE” nos encontramos una historia que se convierte en perfecto reflejo del presente que soportamos y que destila verdad por todas sus esquinas. Hace unos días, se llevó (muy merecidamente) el Goya al mejor guion adaptado. Otra gran película dentro de un gran año (2022) de nuestro cine patrio. Bravo.

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