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  • salva-robles

"VENGO DE ESE MIEDO", de Miguel Ángel Oeste



AÑO: 2022

PÁGINAS: 304

GÉNERO: novela


Con una novela como esta en la que se narra lo que se narra, uno se plantea varias circunstancias: nos han educado (a la mayoría de nosotros) en eso tan católico de que hay que perdonar, pero, ¿de verdad que todo es disculpable, todo lo tenemos que tolerar porque la religión impuesta nos obliga a ello? ¿Somos peores personas si no perdonamos estos hechos deleznables que se cuentan en esta novela? El maltrato y el abuso infantil o juvenil, ¿es algo que se puede y debe perdonar? Aquí, imagino, entra la cuestión personal: allá cada uno con sus cargas o lo que quiera o pueda hacer con ellas. Imagino que hay personas que perdonan para no vivir en un pozo de veneno, y esto también, por supuesto, es respetable.

He sufrido como lector leyendo este libro. Durante todo el libro. De hecho, el sufrimiento no se agota, parece no tener fin. El narrador en primera persona nos cuenta su vida desde la madurez de los cuarenta recién cumplidos y buceando en los flashbacks rememora, porque no puede olvidar, todo lo que vivió dentro de su familia. El retrato familiar es demoledor: ¿de verdad que ese padre y esa madre existieron? Pues sí, y por eso existe esta novela: para denunciar (aunque no sea esta su primera intención, ¿o sí lo es?) unos hechos sobrecogedores. ¿Es este libro una terapia, una confesión, una vomitera, una búsqueda de la comprensión, una redención, un intento de paz? El narrador fluctúa entre escribir y no hacerlo, entre contarlo todo u omitir hechos, entre indagar o ignorar y prescindir. Esas vacilaciones, sus dudas, sus indecisiones no son más que perplejidad ante lo vivido y esto destapa en el lector un apego inmenso y una empatía hacia el ser humano que titubea y flaquea constantemente. Hay sufrimiento y trauma crónico en ese personaje que es, al mismo tiempo, autor y personaje. Y ese padecimiento contagia al lector, que siente impotencia ante lo que cuenta el narrador.

El relato es una radiografía sórdida de una infancia y adolescencia rotas. Al mismo tiempo, explota un intensísimo retrato sociológico de una época y de unos seres humanos imbuidos en ese periodo de tiempo. Así, indirectamente, nos encontramos en mitad de los horrores una crónica sobre la España de las últimas décadas. El autor Miguel Ángel Oeste bucea en el miedo y la narración se enriquece en esa mezcla de autoficción y metaficción, pues hay una constante reflexión sobre narrar la vida y construir un relato con una sobresaliente esencia poética que descoloca y deslumbra en mitad del espanto y la consternación.

Durante la primera mitad de la lectura yo era incapaz de valorar este libro como producto estético y literario, tal era el abatimiento y el desconsuelo en el que había caído leyendo las escenas relatadas de la vida de esos dos hermanos dentro de esa casa con esos dos seres anormales llamados papá y mamá. Sentía tal cabreo e impotencia, que dudaba si esto era una novela o era simple y llanamente una vomitera continua en búsqueda de liberación. Pero, terminada la lectura y rumiada durante unos días, mi cabeza ha estado recapacitando: la literatura es, también, retrato y verdad; la literatura también es luz en las oscuridades humanas; la literatura es respeto a la evocación y también, como demuestra esta novela, una descripción de los procesos creativos. En este sentido, “VENGO DE ESTE MIEDO” es un juego constante entre ficción y realidad, y esto, por supuesto, es la esencia de la literatura. Y esta novela es literatura, aunque tenga sus defectos: hay páginas que necesitan poda, pulir un poco las reiteraciones y, quizá, afinar un poco más en esa mixtura de géneros (metaficción, thriller psicológico, crónica social).

Hay que advertirlo: no es un libro y ya está. Leerlo marca, duele, no deja indiferente y hasta incomoda. Esta novela hiere. Y te hace pensar mucho: ¿cómo se sobrevive a una herencia emocional como la vivida por el protagonista? ¿Cómo se recompone un ser humano a ese ámbito de pertenencia que es la familia cuando esta familia es un espanto mayúsculo? ¿Cómo se introyecta una atmósfera belicosa e infeliz en la mente y emociones de un chico que ha soportado todo tipo de vejaciones o que ha visto tantas barbaridades en las figuras de sus padres? Para mí es un milagro que este escritor haya sobrevivido a todo esto y, además, sea capaz de contarlo.

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