PÁGINAS: 345
AÑO: 2021
GÉNERO: novela
Define la RAE la palabra “memoria” como “Facultad psíquica por medio de la cual se retiene y se recuerda el pasado”. Y la misma RAE dice que “nostalgia” es “Tristeza melancólica originada por el recuerdo de una dicha perdida”.
Conviene recordar esto a la hora de entender y analizar el último libro del siempre gigante Antonio Muñoz Molina. Y conviene recordarlo porque lo que hace el escritor no es un retrato de la nostalgia, sino regalarnos un conjunto de meditaciones, recuerdos y experiencias que forman un relato intestinal y muy íntimo que atesora su prodigiosa y hasta entrañable memoria y, de paso, ofrecernos una narración crítica de la España que protagonizamos hoy. Usa como referente directo la etapa del confinamiento por la pandemia Covid, que se vive en presente casi como si de un diario se tratara. Añade Muñoz Molina un balcón desde el que mirar como metáfora de muchas cosas. Y desde ese balcón la contemplación se hace muchas veces intrahistórica y desde ella vemos la tradición eterna que ha servido siempre como tramoya de la historia más perceptible.
El confinamiento le vale al autor también para corroborar que vivir como lo veníamos haciendo es algo rebatible e impugnable, que el tiempo es relativo, que los políticos del presente sólo producen decepción gigantesca por su ineficacia y su falta de convenio con los contrincantes en mitad de un momento histórico donde los acuerdos eran más necesarios que nunca. Es en estos puntos donde se muestra más crítico, sin pelos en la lengua, con valentía penetrante o tremendamente perspicaz. Y tan lúcido como nos demuestra cada semana en sus artículos o como lo viene haciendo siempre en su trayectoria literaria tan impecable y cabal.
Tres momentos se van solapando en el libro: el de un diario que recoge la experiencia personal del confinamiento, el de la vacilación e inseguridad meses después cuando llega la Nueva Normalidad y el de la rememoración de la infancia del escritor. Estos tres tiempos sirven como reflexión y remembranza de lo que no hay que olvidar pues nuestra memoria es frágil y olvidadiza. He sentido mientras leía que este libro era literatura-testamento, literatura que es transmisión y herencia. Y mientras leía, me sentía un lector absolutamente agradecido por este regalo en varias direcciones: la de tener un legado entre mis manos, la de poner en conciencia cómo los recuerdos nos sostienen en épocas convulsas y la de obligarme a reflexionar sobre el mundo que estamos dejando en herencia a nuestros hijos. Y, además, se nos obsequia con una lectura extrañamente terapéutica.
Y luego está la prosa y el estilo de Muñoz Molina. Lúcidos, pulcros, con sintaxis trabajada y perfecta. Se unen en él tradición cervantina y modernidad galdosiana y, lejos de parecérseles por imitación, crea una narrativa única y distinguible. Hay aquí, y no es la primera vez, un autor que busca en la mixtura de géneros un nuevo concepto de la narrativa. Entre el periodismo literario y el ensayo reflexivo, surge un nuevo modo de novelar en el que destacan temas como el aguijón del olvido, la apatía ética, el desencanto sobre la España de hoy o la memoria íntima como agarradero. Su prosa es literatura pura, prosa enérgica y al mismo tiempo contenida. Y esa prosa exquisita siempre lo convierte, para mí, en un autor solemne e importantísimo.
Dentro de unos años, “VOLVER A DÓNDE” será como cualquier tomo de los “EPISODIOS NACIONALES”: una lúcida radiografía del pasado que servirá como marco y referente para entender el presente del futuro que viene. Si es que ese futuro no nos lo cargamos antes.
Me ha encantado la novela, no podía ser de otra manera, me ha llevado a Los Episodios Nacionale, donde estoy ahora
Excelente reseña. Dan ganas de leerlo y lo haré.
Gracias Salva, deseando leerlo