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"YO, PRECARIO", de Javier López Menacho



AÑO: 2022 (en edición revisada y ampliada sobre la de 2013)

PÁGINAS: 174

GÉNERO: ensayo, crónica novelística


A ver por dónde empiezo porque me gustaría decir varias cosas de este libro y no quiero olvidarme de ninguna. A modo de resumen, esto es una crónica de unas vivencias laborales, pero también es un relato sobre la persistencia/resistencia en esto de sobrevivir al día a día; además, añadiría que es un relato de humor (negro, jocoso, irónico, amable, puntilloso…y, en cualquier caso, humor en la entereza de la tenacidad y de la dignidad humanas); pero, y esto es lo que más me conmueve y remueve, “YO, PRECARIO” es una crítica política, un alegato contra la realidad del hoy, un grito de denuncia que atesora verdades dolorosas (incluso denigrantes para el ser humano) cada tres líneas o cada párrafo y medio. Y, por si fuera poco, este ensayo/crónica está escrito con una prosa diáfana, limpísima de retoricismos vacuos y que, en muchas ocasiones, nos sorprende con un aliento lírico en mitad de las hostilidades y vergüenzas laborales que el protagonista (el propio autor) tuvo que soportar. Y esta prosa destila inteligencia, condensa agudeza y mucho talento narrativo con intenciones claras de remover y revelar. También, yo creo, que escribir un libro así debe ser un acto de catarsis, de purga, además de una toma de autoconsciencia brutal, pero generosa por lo que tiene de cepillado psicológico y de liberación. Decir lo que se debe decir, denunciar lo que es pertinente y mostrar lo que el capitalismo tapa, es un acto de libertad narrativa extraordinaria.

La precariedad laboral es ese escenario en el que sobreviven los trabajadores que padecen métodos de trabajo que sobrellevan dudas, incertidumbre y, sobre todo, una falta de garantía en las condiciones en las que se desenvuelve el trabajo. Es, también, una atmósfera en la que los sueldos que recibe el trabajador son, cuando cobran -que no siempre sucede-, insuficientes para cubrir las necesidades básicas, es decir, la persona está siendo explotada, lo que conlleva no sólo inestabilidad económica, sino también sufrimiento psicológico (en algunos casos que describe López Menacho, yo hablaría hasta de tortura en esas precariedades, tales son las ilegalidades en las que los trabajadores se ven envueltos). De todo esto habla “YO, PRECARIO”. Pero una de las virtudes de este libro es que su autor ha escogido la ternura para hablar de sus vicisitudes ante la mierda laboral. Supongo que esa ternura, que se trasluce en cómo narra ciertas situaciones donde lo inaguantable se aguanta por necesidad vital (también, y principalmente, porque hay una ética responsable detrás de esa persona que padece esta precariedad), viene dada por orgullo redentor y como defensa ante la inoperancia de los mecanismos de amparo colectivo cuando los derechos de autoprotección (por ley) son vulnerados. Y esa ternura está disfrazada bajo la capucha del humor, que estalla e ilumina las páginas y hace que la lectura sea más llevadera y consoladora. El libro es grato (y se aguanta mejor la suciedad que narra) gracias a esa ternura y a ese humor, pero nunca se olvida de acoquinar guantazos con sus acusaciones y críticas. El autor se encarga de contarnos una historia con muchas capas, de radiografiar y auscultar las frustraciones profesionales logrando un análisis certero, intensamente revelador y con inteligente (y pertinente) acusación dentro.

En definitiva, “YO, PRECARIO” es un libro valiente y necesario. Una obra en la que lo vivencial se torna en ensalzamiento de la denuncia, en consciente y penetrante radiografía de la vida de esas personas jóvenes (y no tanto) que van de trabajo en trabajo (a cada cual más precario que el anterior) y que sobreviven en el limbo de la inopia entre un presente y un futuro desalentador.

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